Encuentro

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—Shishishi. Así que de vuelta a casa. ¿Cuánto tiempo a pasado desde que estuve en la mansión? —Se preguntó Belphegor mientras observaba el cielo desde la azotea del hospital.

Habían decidido regresar a Italia cuando Squalo estuviera en condiciones de viajar y así volver a la mansión Cavallone. Bel solía ir a menudo antes de que Xanxus volviera, que era cuando no le daban tantas misiones en Varia. Recordaba lo divertido que era gastarle bromas a los del servicio, sobretodo porque después estos se las devolvían.

En su viejo palacio eso nunca pasó, su familia era distante exepto su hermano gemelo, pero él lo ignoraba siempre que sus padres llegaban y nunca lo defendía ni apoyaba. El servicio que lo crió lo trataban solo como el segundo príncipe de su reino, nunca intentaron conocerlo ni un poco. Por eso nunca sintió remordimientos de matarlos a todos, semejantes personas no eran dignos de llamarse realeza o de servirla.

Pero sus padres eran distintos. Dino protegía y manejaba a su familia cómo un rey sabio, benevolente con su pueblo, pero implacable con sus enemigos. Mientras que Squalo era lo más cercano a un consejero y a un caballero que había conocido, su lealtad era absoluta y no se conformaba con dominar un solo ámbito, el mejoraba en todo lo posible para apoyar a su señor y protegerlo. Y ambos lo cuidaban y amaban como una verdadera familia debe hacer.

—¡Geh! ¿¡Por qué estás tú aquí!? —Exclamó una voz detrás de él, sacándolo de sus pensamientos.

Al voltear ligeramente vio que era el chico con que había luchado por el anillo de la tormenta.

—Shishishi, un príncipe puede ir a donde quiera, cuando quiera y como quiera. —Hayato rodó los ojos ante esta respuesta.

—Lo que tú digas fenómeno. —Bufó antes a acercarse a la valla, apoyándose en ella algo alejado del rubio y sacando un cigarrillo.

—Shishishi, es por esas cosas que tienes tan poca resistencia. —Se burló al recordar la forma en que el de ojos verdes se agitó durante su batalla.

—¡No es tu problema! ¡El humo no te llega así que déjame en paz! —Fue por este comentario que Bel notó como Hayato se había colocado contra el viento, evitando que el humo lo molestara.

—Shishishi, para ser un plebeyo al menos tienes consideración.

—¡Tch! ¿Qué acaso el potro bronco y el tiburón no te enseñaron no molestar a los demás? —Hayato se percató tarde de que no debió decir eso, en un segundo estaba rodeado de cuchillos y cables.

—¿Cuánto sabes y cómo lo averiguaste? —La mirada de Bel permanecía oculta por su flequillo, pero Hayato estaba seguro de poder divisar un brillo rojizo bajo este.

—La noche que trajeron a Squalo yo estaba cuidando de la vaca tonta. Había salido por agua cuando escuché una batalla y terminé oyendo lo que hablaron tú y el potro bronco. —Esto sorprendió a Bel y se maldijo internamente por estar tan distraído que no lo notó esa noche—. Me disculpo, no era mi intención, pero sé que no era algo que debí escuchar.

El rubio lo escudriñó por unos momentos antes de retirar sus armas y volver a su posición original.

—Tan solo no andes divulgándolo, joven bastardo.

—¡Maldito! —Bel solo río ante su arranque, así que le dió una calada a su cigarrillo para serenarse, sabía que en cierta forma se merecía aquello—. ¿Y? ¿El tiburón está mejor?

—Se recupera lentamente, volveremos a casa en unas semanas cuando pueda viajar.

Tal vez era el ambiente ameno que aportaba la vista, o el saber que su familia volvería a estar más unida, como antes del regreso de Xanxus, pero no le molestaba la presencia de su contraparte.

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