Familia

153 22 68
                                    

El par de semanas pasó rápido para los Cavallone. Squalo y Bel entregaron su resignación formal de Varia al Noveno en este tiempo, si Xanxus los quería de vuelta, tendría que buscarlos. Mientras, Dino tuvo que volar antes a Italia ya que había dejado demasiado tiempo su puesto a causa de las batallas por los anillos, pero dejó a Romario con su familia para que los vigilara.

Squalo no paraba de gritarle a Dino cada vez que este llamaba para ver cómo estaban, o cuando lo hacía después de beber al terminar el trabajo y se ponía meloso, en esos momentos, Bel y Romario se ponían tapones para los oídos y jugaban ajedrez. Pero en esa ocasión habían decidido jugar en la azotea al notar que el albino comenzaría a lanzar todo cuanto estuviera a su alcance de un momento a otro.

Bel se mantenía concentrado en el juego, pero de vez en cuando su celular vibraba con un nuevo mensaje y lo tomaba, reía al leer el contenido e incluso respondía.

—A juzgar por su expresión imagino que no son mensajes de trabajo los que recibe. —Habló el de lentes después de mover una de sus fichas—. ¿Se trata de ese nuevo juguete que mencionó a sus padres?

—Shishishishi, pues sí. Es muy divertido molestarlo, además que su historia es interesante. —Explicó mientras observaba el tablero pensativo, estaban en un punto de la partida en que no podía bajar la guardia.

—Me alegra que el joven amo haga amigos, ¿es de casualidad el joven Sawada o alguno de sus compañeros? —Bel se tensó ante sus palabras, ¿ese viejo era adivino o qué?

—Shishishi, oye viejo, sabes que yo no tengo amigos. Nadie es digno de contar con la amistad de este príncipe. —Dijo moviendo su ficha para distraerlo del tema.

—Perdóneme joven amo, es solo que su expresión me recordó a la del jefe cuando era joven y se comunicaba con su padre Squalo.

Bel casi se cae de su silla al escuchar las palabras de Romario.

—¿Quieres morir viejo? —Un tic en su labio ya era visible mientras él mayor se encogía de hombros.

—Solo dije lo que pensé joven amo. Después de todo, usted no se distraería tanto por algo sin importancia. —Dijo moviendo su ficha, y marcando un jaque mate a su favor.

—...Maldito pulpo. —Masculló por lo bajo.

Romario sonrió al escucharlo y saber que había acertado.

—Nuestro joven amo a crecido al punto en que ya tiene amigos... Estoy tan conmovido. —Se quitó los lentes y fingió secarse unas lágrimas imaginarias.

—Shishishi, hoy sí que no te dejo vivo vejestorio. —Gruñó sacando sus cuchillos.

—Oh. ¿Va a romper el trato joven amo? —Belphegor hizo silencio unos segundos antes de guardar sus armas con un bufido. Romario río por este gesto—. En verdad no a cambiado desde que era pequeño. —Murmuró con nostalgia.

—Pues claro que he cambiado, lo que tú ya estás medio ciego por la edad y no lo notas. Volvamos a la habitación, mis padres ya deben haber acabado su melodrama.

El adulto se incorporó y siguió a ese joven que tantos problemas y diversión había traído a la vida de los Cavallone. Recordaba perfectamente el día que su joven jefe se apareció y le confesó toda la locura que había echo.

Se había fugado a Las Vegas con el joven Superbi para contraer nupcias y poder adoptar a un pequeño que había quedado huérfano tras asesinar a su familia, la cual por cierto, era la realeza de un reino que desapareció al poco de este suceso. Las cosas fueron tensas en un inicio, el niño, a pesar de sonreír, era increíblemente frío con todos, así cimo sádico y revoltoso. Solo Squalo era capaz de tranquilizarlo y aproximarse a él sin ser amenazado con sus armas.

FamigliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora