Preludio

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Más de un mes había pasado ya y no le sorprendía. Nadie era suficiente para permanecer a su lado, así que era obvio que ese albino no regresara.

—Al final los plebeyos no valen la pena, shishishi. —Si alguien se tomara el tiempo de conocerlo, tal vez se daría cuenta del toque melancólico en la risa del niño.

—¡Vooooi! ¿¡Aún sigues con eso de "príncipe" y "plebeyos"!? —Exclamó una voz demasiado potente para su gusto, pero que por algún motivo estaba feliz de escuchar.

—Relájate Squalo, es bueno que los niños se diviertan a su manera. —Dijo otra voz masculina, una que esta vez no reconoció.

—Belphegor. —Se volteó al ser llamado por la mujer que ocupaba la dirección del orfanato en el que se encontraba, topándose con su sonrisa aliviada y dos hombres jóvenes que la acompañaban—. A partir de hoy, ellos serán tus padres.

Continuará...

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