2. ALTERCADO

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"Vaya señorita Mizuiro, me sorprende descubrir que es una mentirosa"

Trague duro. No podía respirar, me abanique con las manos para darme aire, aún así la vergüenza me pudo. Había sido descubierta y expuesta yo con mi vil mentira. Quería correr hacia el despacho del director y gritarle "¡Qué le importa si tengo o no un celular!" Pero no lo haría, sería darle demasiada importancia. Y no, yo jamás le daría esa importancia a nadie.

Respire hondo tratando de calmarme, ignorar al director sería lo más prudente, terminando mi bebida volví a los jardines a terminar mi labor, una vez cumplí mi castigo más tranquila fui a mi casillero. El silencio en los pasillos parecía casi tétrico, pero en lo personal a mi me hacia sentir aliviada.

—Me alegra ver que aún no se ha ido —El silencio quedó atrás cuando aquella voz que ahora conocía se escuchó tras de mi. El director... —Vayamos a mi despacho, debemos hablar de su siguiente castigo.

Por alguna razón  eso se escuchaba muy mal, mis sentidos se alertaron, el tono en que lo dijo me incitaba de forma extraña. De repente sentí la boca seca nuevamente y un extraño cosquilleo se acumuló en mi vientre.

En silencio fui tras de él, el director Brief llevaba un traje, uno a medida que marcaba su cuerpo casi delineando las zonas perfectas para hacerlo ver más... ¿Varonil? No estaba segura de la palabra, en mi corta existencia era la primera vez que escaneaba a un hombre, en todos los sentidos...

¿Escanear? ¿Yo? Este día había empezado mal y no hacía más que empeorar, si tan solo hubiese tomado el autobús esto no habría pasado. Quise estrellar mi cabeza contra un muro por ser tan orgullosa, pero no logre hacerlo. Ya habíamos llegado a donde todo empezó.

—Mañana empezará con los archivos de la biblioteca, por orden alfabético y según las fechas. —Ordenó al ingresar a su oficina. Yo me quedé ahí, escuchando lo que tenía que decirme, de todos modos no quería ha mar con él —Cuando termine sus labores debe venir a informarme, de lo contrario contará como día sin sanción. 

—Pero... —Me calle antes de quejarme, no le rendía cuentas de lo que hacía a mi hermana y tenía que avisar algo tan insulso. Era tonto.

—¿Algún problema? —Sus ojos azules se tornaron brillantes, como si buscará provocarme a propósito, como si quisiera una excusa para seguir torturandome.

—No, —Entre dientes comencé a decir intentando ocultar rudeza en mi voz. —Me quedo todo claro. Gracias Director.

Con una ligera inclinación de respeto me gire para retirarme y escapar de aquellos ojos azules que me obligaban a sacar lo peor de mi.

—¿Es de rendirse rápido acaso?

—¿Disculpe?

—Así es, señorita Mizuiro. Estuve leyendo su expediente, buenas notas sin duda, asistencia excelente. Pero nada destacable. Como si no quisiera arriesgarse al éxito o al fracaso.

¿Qué diablos hacia él leyendo mi expediente?

《Es el director》me contestó mi subconsciente, y sí era el director, tenía acceso a aquellos informes. Pero eso no le daba derecho de invadir mi privacidad.

—No veo como eso influye en mis castigos. —Respondí sin ocultar la ironía.

—No lo hace, pero me parece curioso...

Si, se estaba burlando de mi, actuaba de forma altiva y chulesca sólo para sacarme de quicio. Ahora estaba segura y había caído en su trampa, quería jugar conmigo y le había dado motivos para hacerlo.

—Director, debo retirarme seguro en mi casa estarán preocupados. —Esquivando sus comentarios decidí apelar a lo único que podría darme escape: La preocupación de mi familia.

FUERA DE REGLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora