4. Vokul Fen Mah

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Los cuerpos desnudos de las dos jóvenes se movían al unísono, bajaban y subían sus pechos, chocando la una con la otra, dando suspiros de éxtasis en medio de la gran cama en donde se encontraban.

Mara insertaba sus dedos dentro de su compañera, quien soltaba pequeñas exhalaciones de placer, llevando su boca hacia el cuello de Constantinescu, saboreandolo lentamente con su lengua.

Los brazos delgados de la pequeña comandante agarraban el cuerpo d la lider de Kuromorimine, apretando y arañando su espalda en medio del placer. Soltando gemidos que divertían a Avellaneda. Entonces ella también bajó uno de sus brazos y comenzó a juguetear con Mara.

Frotaba sus dedos de una manera suave, provocando que ella también soltara unos suaves pero significantes gemidos que llenaban el alma de la chica. «El placer -pensaba Mara -, es la mejor prueba de que nos encontramos vivos.»

Cerrraban sus ojos y unían sus cuellos, lamían sus orejas, acariciaban sus muslos y se desordenaban los cabellos rubios saboreando su existencia carnal como dos animales salvajes que solo podían procrear en medio de la inmundicia de ese momento. Lamían sus pechos y genitales, para luego cambiar a una posición distinta a la que se encontraban en un principio.

Las dos terminaron su danza erótica, jadeantes y llenas de la lujuría en la cual se habían encontrado hacia tan solo unos pocos segundos. Sudorosas, llenas de chupones y fluidos de su compañera.

Avellaneda se levantó de la cama, de una manera un tanto cansada. Se dirigió hacia la peinadora, donde agarró la jarra con agua y se sirvió un vaso que prontamente bebió. Reposó su espalda desnuda sobre el borde de esta, sintiendo como las pequeñas perillas metálicas de la misma para halar los cajones tocaban su trasero desnudo, logrando que un pequeño escalofrío le recorriera el cuerpo.

Marina Constantinescu solo observaba notoriamente el cuerpo de la líder de Kuromorimine. Aunque no era la primera vez que lo hacía, le parecía de una manera sorprendente lo bella que era. Los cabellos rubios, los pechos no tan prominentes y redondos, las nalgas firmes, con sus muslos rellenos y esponjosos, y sobre todo los ojos mieles tan hipnotizantes como su labia. No cabía duda que era una mujer bella, que sabía de disponer tanto de placeres como de política y guerra.

Mara dejó nuevamente el vaso sobre la peinadora y se devolvió a la cama. Donde se colocó detrás de Constantinescu, acercó sus labios hacia una de las orejas élficas de la misma, la cual mordió de manera leve para después empezar a lamer y chupar de ella. Marina dejó escapar un pequeño gemido al momento en que lo hizo; se dio la vuelta, hacia el cuello de Avellaneda e hincó sus colmillos en este, como lo había hecho la primera vez en su oficina. Las dos se volvieron a recostar en la cama.

Sin embargo, antes de que pudieran sumergirse por segunda vez en las aguas del eros en el día, fueron interrumpidas al momento en que la puerta de la habitación se abrió de un golpe, estrellandose con la pared. Mara y Constantinescuo levantaron sus torsos, llevando sus miradas hacia la entrada, viendo como el asociado de la lideresa de Kuromorimine, Scott, entraba por ella.

La joven lanzó una maldición entre dientes.

-¡¿Se puede saber qué estás haciéndo?! -Preguntó el hombre al ver la escena.

La joven apartó la mirada y se levantó de la cama. Pasó sus manos por su largo cabello rubio y lo dejó caer por su espalda de una manera gracial, logrando encender la poca imaginación que el idiota de su aliado podía tener.

-¿Con qué buscas interrumpirme en este momento, Scott? -Cruzó sus brazos bajó sus senos desnudos -. ¿Alguna cosa relacionada a Ágioi? ¿O es algo relacionado con el asunto de Bellwall? Estoy segura de que mandé que te lo hicieran saber.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #3 - Jauría de Lobos y LeonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora