23. Kaleidoscope

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En la oscuridad del espacio descansaba todo. Las botellas de sake, el portatil, los planos, todo se hallaba en su interior de una manera tan pasiva y sin incomodar a nadie. Levitando simplemente en las extensiones de las estrellas y del polvo cósmico que pasaba a su lado sin percatarse de la existencia.

Mi cuerpo finalmente se había dado al cansancio una vez el último trazo estuvo hecho. La tinta roja se esparcio por entre el plano del buque escuela y permació allí como una evidencia del milagro que había sucedido la noche anterior con la visita de la comandante de Tategoto.

Caí al suelo, esperando el momento en que la gravedad cesara de existir y empezara a levitar junto a los demás objetos en la habitación. Sin embargo, aquel momento nunca llegó. Lo que sí sucedió, fue que mi caída fuera detenida por una fuerza externa y que, cuando levanté la mirada, Mikaela se encontraba allí con una sonrisa en su rostro.

Una vez de rodillas abracé su cuerpo y bajé la mirada. Ella lanzó un leve suspiro y devolivó el gesto luego de unos segundos.

—¿No durmió en toda la noche o qué? —Preguntó y luego volvió su mirada a las botellas de sake sobre el escritorio —. Ah, pero el hijueputa sí se estuvo metiendo trago sin invitar.

—¿Solo le importa que haya tomado?

—Es que usted es un tacaño, piroberto —dijo —. La próxima le tiro un zapato.

—¿Usted por qué es así conmigo?

—Porque yo así soy, ¿tiene algún problema? Porque le pego tremendo zape en la nuca por esos comentarios. Ahora sí me puedo desquitar porque no le tienen ojo pegado encima.

Solté un bufido por su comentario. Me aparté un poco y alcé la vista hacia ella. Agarré sus brazos, los apreté fuertemente y modí mi labio inferior.

—Ñera, ¿si yo fuera a hacer algo estúpido por mi egoísmo... sería capaz de perdonarme?

—Una pregunta tan marica para una pregunta igual de marica —respondió —. Obvio.

—Entonces está bien... —solté un poco el agarré, di un suspiro y me dispuse a hablar —. Voy a salvar a Maho.

Mikaela calló por unos segundos, respiró pesadamente y abrió su boca.

—Vale —respondió.

***

La bandera del león ondeaba suavemente con el pasar del viento sobre el buque escuela de Kuromorimine. La lideresa de la escuela se encontraba nuevamente en su oficina, revisando el estado actual de esta. Hacía tan solo unos días se había reunido con Constantinescu para hablar de política y belicosidad, siendo una reunión fructifera para las dos que ningúna se podía quejar de su resultado. En cuanto a económia, podía percibir el incremento de los ingresos de la escuela desde que había tomado el poder, su plan marchaba a la perfección —ciertamente se presentaron inconvenientes, pero no es que presentara algún problema—. Ahora, aquello que le preocupaba era perder a sus tres escuelas más importantes: Anzio, Bonple y Count.

Luego de que las mentiras llegaron a oídos de Maiko pudo presenciar por las palabras de Shizuka que estalló en cólera. Maldijo a Eclair y a Liam por todo lo que le sucedió a sus superiores, siendo una reacción bastante placentera para Avellaneda.

Maho Nishizumi no respondió a sus preguntas antes de que cesara de ver hacia aquello que tenía en el frente. La jóven se había cerrado de tal manera que en medio de las torturas y los gritos desvariaba de su realidad yendo de un mundo a otro sin saber cuál era el verdadero. No obsante, a Avellaneda le divertía el momento en que aterrizaba y se encontraba a sí misma en la habitación en medio del dolor. En una de las ocasiones observó con extásis el momento en que su consciencia retornó sobre sí justo en el instante que posó metal ardiente sobre las heridas de su espalda. Recordaba aquel grito con vividez y su entrepierna se mojaba al momento de hacerlo.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #3 - Jauría de Lobos y LeonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora