Empatía

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A mi no me van a venir con mamadas necesitaban a Douxie diciendo "príncipe" a Krel de manera depresiva unu, de todos modos, nuestro maguito lo va a decir en todos los estados posibles.

Este capitulo es más que nada para poner contexto y de paso profundizar la relación de los personajes alrededor de Douxie so, será su pov.

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Douxie no cabía de las cosas que habían pasado apenas en esos días.

Primero conocía a un extravagantemente lindo joven extraterrestre con aires de superioridad, luchaba a su lado contra bestias de su siglo, se entrenaba al lado de su maestro. Luego algo más peligroso los amenazaba, algo capaz de aturdir a Merlín a distancia por medio de un hechizo de ubicación.

Recordaba haber estado mirando el reflejo de las luces en los únicos ojos del príncipe, cuando Merlín a su lado había iniciado a quejarse de más y junto con la luz haberse derrumbado. Podía sentir el estomago revolverse al tener en su mente la imagen de su maestro perdiendo el color, perdiendo la mágica esencia que lo acompañaba.

Y ahora el mismo hombre testarudo se lanzaba a la boca del lobo con los aires de culpa escondidos en mallas de héroe que tanto lo identifican. Siempre dispuesto a morir por alguna causa ajena como sus amigos o cercanos alguna vez lo hicieron; Douxie sabía que Merlín estaba harto de ser marcado en la historia, que sus compañeros no lo estuvieran, que personas como Jim Lake dieran de si mismos hasta el final sin ser identificados. El pelinegro conocía a su maestro, a la persona que lo había acogido y que le había enseñado.

Definitivamente no quería perderlo, no sin despedirse, no sin estar ahí.

Suspiró, en la zona de empleados de la tienda de su mejor amiga, la angustia volvía junto con sus memorias, la idea de perder al mayor era lejana, impensable, demasiado trágica como para tomarla como una posibilidad, ¿cuántos años había pasado a su lado?; no quería que ese fuera el último. Se recostó entre los muebles con cajones repletos de discos, aparatos de música viejos y otras cosas que se guardaban ahí. En ese momento al aprendiz no le molestaba estar solo y pensar sobre como haría después para concentrarse en los entrenamientos.

—Es asunto perdido, ¿cómo se supone que voy a enseñarle a alguien?, sobre todo a alguien que ni siquiera maneja magia— murmuró pensando en los artilugios de Krel —magia y tecnología, no dan, son demasiado incompatibles, no hay una conexión entre la lógica y las emociones, el solo pensar en...

—Deja de hablar sólo o pensaré que por fin, la magia ya te enloqueció— se detuvo al escuchar a su amiga demandar. Sus audífonos puestos y por como lo notó, el volumen de la música alto, rio, el oído de Zoe era increíblemente perceptivo, al igual que ella.

—Quizás sí, igual que al viejo— murmuró bajo, sus piernas encogidas, Zoe bufó divertida, continuando después a guardar las discos en las repisas —, estoy harto, de verdad que ese hombre no piensa, ¿tan egoísta es?, su punto para hacer esto me parece tan estúpido, me pregunto cuanto le importamos realmente...— volteó a ver donde la menor continuaba tarareando y guardando, pasando cosas a una caja y sacando otras de otra. Se levantó indignado y le dio un pequeño zape en la cabellera de la chica —¡te estoy hablando hombre!, ya no te vuelvo a contar nada que estrés contigo.

—¡Ya!, ¿qué no ves que si te escucho?— dijo frunciendo el ceño, desviando su mirada con molestia hacía los discos que estaba guardando, sonrió de vuelta al volver a hablar —de todos modos si no lo hiciera sé de lo que estás hablando, Merlín no ha salido de tu boca desde que llegaste aquí, ¿por qué crees que te mande al almacén aún si no hay clientes en la tienda?

·ᴄᴏᴍᴘᴀᴛɪʙʟᴇs·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora