Imperfectos

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Krel cayó al suelo al no poder mantener más el equilibrio ante la fuerte turbulencia debajo de ellos, a su lado, el mago no estaba en condiciones diferentes a las suyas, mirando a su alrededor desconcertado. Intento levantarse, quedando de cuclillas al sentir una nueva turbulencia. Estaba demasiado oscuro, lo suficiente como para que ni siquiera pudiera distinguir el bulto que se deslizaba por la tierra y generaba aquellos temblores, desde donde estaba empuñó su espada, intentando distinguir con su luz corporal a duras penas la ubicación de la criatura

—¡Ya que sabes tanto de estas cosas!, ¿no crees tener una idea de cómo atraparla?

—En eso pienso príncipe— Douxie, respondió de vuelta, mordiendo su labio inferior angustiado, mientras con su mano derecha intentaba alumbrar hacia las direcciones en las que creía podría estar la famosa Cuyancúa, exhaló, exasperado al ser desequilibrado por una nueva turbulencia.

Una idea cruzó por su mente, alumbrando tan parpadeante como la luz de una luciérnaga al no tener mucha esperanza de que esa idea fuera a funcionar, no obstante, era mejor que estar a la deriva.

—Intenta quedarte quieto— Krel le miró confundido, ¿de que estaba hablando?, el pelinegro notando esto, le explico de manera nerviosa —Si siente turbulencias en su territorio atacará, intenta no moverte y sentirlo a base de su movimiento— poco a poco el mayor se acercó hacía el akiridiano, tomándole de los hombros y empujándolo hacía bajo de manera lenta —Solo, siéntate— el menor le miraba extraño, pero Douxie mandó eso a la mierda, tenía que conseguir tranquilidad para que la criatura dejara de moverse entre la tierra.

—¿Y tú crees que realmente que esto vaya a funcionar...— Dijo con cautela, un poco incomodo por la intromisión a su espacio personal —...inútil?— Agregó al recordar como el mismo le había llamado antes, el susodicho suspiro, tomando su mano y poniéndola en la tierra.

—Es lo que tenemos en el momento, será más fácil sentir su movimiento si guardamos la calma...— explicó y sonrió divertido al realizar de cómo había sido llamado por el azulado al final de su pregunta, por lo que agregó —Vamos príncipe, confía en mí, no por nada pase parte de mi vida investigando sobre ellas.

Por su parte, el akiridiano, carraspeó—Tsk, idiota— No obstante, su mano se quedo en el lugar donde el mago la había colocado, concentrándose en las vibraciones intento sentir el movimiento de la Cuyancúa, miró a Douxie quien hacía lo mismo ya un poco más alejado de su persona, cosa que lo tranquilizó.

Las turbulencias habían cesado, aun podía sentirlas vibrar debajo de su cuerpo, pero en menor medida, ya sin menear toda su persona haciéndole tropezar o incluso marearse un poco, suponiendo que la teoría del mago estaba acertada suspiró relajado, concentrándose en aquellos leves movimientos que aun se sentían a lo lejos, la criatura seguía paseándose entre la tierra.

—Cuando encuentran donde enterrarse, de ese lugar nace siempre un arroyo— Explicó Douxie casi susurrando, Krel lo miró —Cuando son atacadas mientras están tranquilas es que salen de la tierra... no pueden permanecer debajo mucho tiempo, ¿tienes tu arma?

Por inercia la levantó, asintiendo, entonces el mago lo hizo de vuelta, retomando la palabra mientras señalaba un punto de suelo —Apunta aquí y dispara— Entonces fue ahí que Krel se convenció sobre de que aquel chico tenía ideas demasiado extrañas, una había funcionado, sin embargo, este nuevo plan parecía demasiado arriesgado, ¿cuándo el animal ese saliera que harían después?

—Exactamente, ¿qué planeas hacer?— Cuestionó asustado

—Solo confía en mí.

—Ya lo hice una vez y lo admito funcionó, pero esto realmente me parece arriesgado, ¿qué piensas hacer cuando esa cosa salga de ahí?— Entonces, Douxie se levantó, formando con su mano una bola azul con esencia parecida a la del fuego, le miró, Krel elevó durativo una ceja —Eso no responde muy bien mi pregunta, exactamente que crees que vas a hacer con eso.

·ᴄᴏᴍᴘᴀᴛɪʙʟᴇs·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora