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24 de diciembre de 2011. 17.15 hs.
Starbucks, New York.

-Wow, ya casi es noche buena, ¡Genial!

-Claro escucha, -rodé los ojos, él era una agradable compañía aunque después de un tiempo agotaba. -hace prácticamente 25 días que te conozco y no se casi nada de ti, exceptuando que te llamas Matthew James King y tienes 21 años. Suponiendo que ese sea tu nombre real...

-Ya, ya se que no sabes casi nada de mi y eso te molesta, pero te prometo, te prometo Pia Whitney Johnson que hoy sabrás mucho más de lo que crees de mi.

Desvié la mirada por un momento y me volví hacia él, cambiándole de tema drásticamente.

-Existe alguna posibilidad de que... No sé, quizás ¿Nos hayamos visto antes? ¿No tienes un gemelo o algo de eso?

-Hum, no, soy hijo único, y aunque tuviese hermanos o hermanas, no serían gemelos, ni mellizos, y a la otra pregunta... Pronto lo sabrás.

Bufé enfadada. Odiaba el «Pronto» de Matthew porque no sabría cuando seria.

Terminamos nuestros licuados y nos dirigimos en mi auto a mi nuevo apartamento. Me había mudado a principios de diciembre debido a un pequeño percance con el jefe del edificio, nada grave, pero por seguridad decidí mudarme y Matt me ayudo bastante en el proceso.

Ya nos encontrábamos en mi nuevo apartamento en New York que era un poco más grande que el anterior, ya que Matthew se la pasaba la mayo parte del tiempo conmigo.

-Mira, mira, son las 10 de la noche, vamos a sentarnos a cenar. -exclamó el con un brillo descomunal en sus ojitos celestes, que nunca más los volví a ver verdes.

-Claro. -entre los dos habíamos preparado hamburguesas, si bien era navidad, nos la pasaríamos los dos solos, y sería en vano cocinar algo grande y típico de las fiestas.

Comimos muy bien y entre risas y charlas habremos tardado, Hum ¿Una hora y media? Poco más, poco menos, daba igual.

-Pia, Pia, son las once y media, subamos a la terraza. Quiero enseñarte algo.

-Si son los fuegos artificiales, no gracias, no me gusta el ruido.

-Claro que no es eso, ven. -y dicho esto el chico tiró de mi brazo conduciendome a las escaleras del edificio. Estábamos en el piso 8 y tendríamos que subir hasta el 18, cuando por fin llegamos a la terraza salimos afuera.

Nos dirigimos al balcón, más bien él fue y yo lo seguí. Enseguida el se asomó por la baranda que nos separaba del vacío, había una parte que estaba en reparación y no tenía baranda. Puesto que te podrías caer por ahí sin el menor problema, y el edificio no se haría cargo.

-Párate ahí. -me ordenó Matt señalando el lugar sin protección al vacío.

-¿Estas loco?

-Claro, es probable, pero ¿Confías en mí?

-Hum -dubitativa como estaba en ese momento, no sabía que contestarle, ¿y si me empujaba?

-Vale, sé que no, pero si quieres conocerme tendrás que hacerlo.

Camine lentamente hacia donde aquel demente chico me indicaba. Mis piernas flaqueaban, estaba nerviosa, el miedo se iba apoderando de mi cuerpo. Por fin llegue al lugar indicado, y me pare justo en el borde como el lo indicaba, intentaba calmarme si no me caería.

Matthew estaba disfrutando mucho de mi terror a las alturas. A él se lo veía completamente relajado, se acerco a mi y me agarró de la cintura, yo estaba dándole la espalda a él, puesto que no lo podía ver. Y en un determinado momento, se escucho un pequeño aleteo, y fue como algo que tomó vida en mi memoria, una especie de deja vu de un universo paralelo. Y sin siquiera voltearme, pude saber que, el chico más hermoso que mis ojos habían visto, que me estaba tomando por la cintura, había abierto sus alas. Unas enormes y emplomadas alas de ángel. Con la punta de arriba blanca como sus dientes y la parte de abajo negras como la oscuridad. Una especie de degrade.

Acercó sus labios a mi oreja haciendo que sintiera su cálido aliento en mi cuello, y susurró.

—¿Lista?

—No.

—Tú solo confía.

Y dicho esto se inclinó para adelante conmigo y saltó. Saltó al vacío junto conmigo. En el cielo se podían observar los fuegos artificiales detonando con todo, así que supuse que ya sería navidad, y estaba en lo correcto, porque Matt se volvió a acercar a mi oreja, haciendome estremecer.

—Feliz navidad Pia.

No pude contestarle, aunque halla querido, no pude, porque estábamos cayendo directo al piso de la terraza de un piso 18 y estaba aterrorizada. Busque con mi manos la mano de Matthew que seguía sujeta a la mi cintura firmemente.

Cuando estábamos a punto de estrellarnos contra la acera, fue como magia, y nos elevamos, y nos elevamos más y más, fue algo hermoso.

—Cierra los ojos. —hice caso el pedido de Matt y cerré los ojos tan fuertemente como el me agarraba de la cintura. Y desaparecimos.

¿ERES UN VERDADERO ÁNGEL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora