1

113 7 0
                                    

28 de noviembre. 7 am.
San Francisco, apartamento de Pia.

El médico abandonó la habitación tras esas palabras, dejándome con millones de dudas en la cabeza ¿Yo había intentado suicidarme? ¿Por qué? Y además, ¿Por qué demonios no recordaba nada?

Mire la hora en móvil por segunda vez, la pantalla de este marcaba 7am. Temprano —pensé— así que me dispuse a dormir unas horas más, y cuando lo creí tarea imposible, caí en las garras de un profundo sueño.

Algo presionaba mi mano, no, no sabía que era, pero ese algo no iba a soltarme ni yo a él.

¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí?  Exijo respuestas.— dije enfadada. No sentía miedo, en absoluto, solo que estaba desconcertada.
Ese algo que me tomaba por la mano me hablo.

Pronto tendrás tus respuestas. — y dicho esto se esfumó sin más, a lo lejos, un sonido sordo se hacía oír entre los otros, Pia, Pia...

Desperté algo exaltada por aquel extraño sueño, pero no me dio tiempo a pensar en eso cuando una puerta, más bien, la puerta de mi habitación del departamento se abria lentamente. Era George.

—Pia, ¿Pia? ¿Puedo pasar?

—Claro. ¿Que hora es?

—La 1pm, te he traído el desayuno. —dijo el médico mientras se asomaba con una bandeja. La deposito en mi cama y pude observar que contenía un plato con dos rodajas de zapallo ¿Esto solo? —pensé—.  El médico se sentó en la cama, y tomo aire para empezar a hablar.

—Mira Pia, se que no recuerdas nada del incidente, pero tarde o temprano recordarás algo y lo tendrás que hablar conmigo aquí te dejo mi tarjeta, esta la dirección de mi despacho, vendrás a verme ahí todos los jueves, comenzando mañana. Eres una chica grande, y si bien te has querido suicidar ayer, no te has hecho ni un rasguño, Dios sabrá como, así que dicho esto me retirare, y confío en que puedas mantenerte sola. Cualquier incidente que ocurra, solo llamame, mi número esta en la tarjeta. Luego daremos lugar a hablar del incidente, en un ambiente más apropiado y profesional. Bien, nos vemos mañana. —acabo el médico, que se paro de la cama y se retiro de la habitación. Un poco estuorfacta todavía, y sin saber como reaccionar, llegue a balbucear un «si» antes que el médico acabará de irse por completo.

Estaba muy frustrada. Supongo que cualquier persona en mi situación estaría tan frustrada como yo. Al fin y al cabo, que entre una persona completamente extraña y ajena hacia uno, diga ser médico y te diagnostique «amnesia temporal post trauma» porque el día anterior te intentaste suicidar y luego se vaya, no era algo muy conveniente. Ahora por culpa de ese médico tengo miles de dudas. ¿Yo intentar suicidarme? Si, puede que no recuerde lo que halla transcurrido en las últimas 13 o 12 horas, pero si recuerdo cosas anteriores, y por lo que recuerdo yo llevaba una vida perfectamente normal antes de todo esto. No pude seguir con mis pensamientos porque una persona se asomo por la puerta de mi habitación.

—Permiso. —dijo aquella persona, con un tono que me resultó tan familiar, y tan desconocido a la vez, algo difícil de explicar. Sabía que no era el médico.

Sin darme tiempo a contestar la figura término de abrir la puerta y ya se encontraba en la habitación. Era un hombre de unos ¿20, 21 años? Con cabello corto a los lados y más largo adelante, formando un pequeño jopo, mandíbula bien marcada y definida, unos labios de color sandía, y unos ojos tan celestes como el agua de mar del caribe. Tenía una remera apretada que hacía que se le marcase su esbelto cuerpo, un cuerpo que parecía tallado por los mismísimos Dioses. Parecía un verdadero ángel.

Más allá de sentir miedo por la presencia extraña de aquel hombre en mi apartamento, sentía mera curiosidad de saber quién era, pero por alguna razón las palabras no me salían.

—¿Q-quien e-res? —logre decir por fin.

—Vale, yo se que quieres respuestas —a medida que aquella persona hablaba me resultaba más y más conocida su angelical voz. —y pronto las tendrás, pero ahora tendrás que esperar, ¿Entendido?

A sentí brevemente con un movimiento de cabeza, y en menos de una milésima de segundo, aquella figura se había ido de la habitación, ¿Pero que mierda? Me frote fuertemente los ojos, y luego me pellizque para comprobar que aquello no era un sueño, y para mi sorpresa, no lo era.

¿ERES UN VERDADERO ÁNGEL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora