29 de noviembre 2011. 7am. Apartamento de Pia.
-Esto es raro ¿Sabes? -dije mirando al piso.
-Lo sé, pero tendrás que contarme todo para que yo te pueda ayudar.
Estábamos sentados en la cocina de mi apartamento, mientras Matthew preparaba dos cafés y buscaba algo que pudiésemos comer. Solo encontró unas galletas de coco, ya que casi nunca tenía comida en mi apartamento.
-Hum, ¿Por donde quieres que empiece?
-Creo que por el principio sería una estupenda idea. -rodee los ojos. Estaba fastidiada. Yo no era una persona que se fiase fácilmente de otras, y mucho menos de un extraño, pero este chico me daba la impresión de que no era un extraño. Tome aire y me arme de valor para empezar.
-Bueno, todo empezó en el ¿2001? No lo recuerdo exactamente, pero yo tenía 10 años, íbamos en la ruta, mi madre, mi padre y yo.
»No entendía bien que pasaba, mi papá estaba muy nervioso, se ve que no andaban los frenos o algo así y era invierno, íbamos por una carretera prácticamente congelada y demasiado resbaladiza, cuando un camión inmenso, se empezaba a acercar y, fue como un... Un...
Quedé con la vista pérdida en la nada por un segundo.
-¿Fue como si una mano gigante te agarrada y te sacudiera con todas sus fuerzas? -me interrumpió Matthew, con los ojos muy abiertos, se notaba que me estuvo prestando atención. Y fui ahí cuando me percaté que sus ojos habían tomado un color tan celeste como el agua, de nuevo.
-S-si, fue a-algo c-como eso.
-¿Y como sobreviviste?
Para este punto de la conversación yo estaba completamente ida, me quedé mirando perdidamente los ojos de Matthew y fue en ese momento, fue como un flash. Fue algo como...
Me encontraba en el auto de mis padres, desperté aterrada, no sabía que había pasado, el auto estaba todo aplastado.
-¿¡Mamá!? -La sacudí fuertemente, estaba llena de sangre, al igual que mi padre. Y al igual que mi madre, mi padre no respondía a mis llamados. Yo era una niña indefensa, en el asiento trasero de un auto todo abollado. Era una niña que había perdido a su madre y a su padre. Aterrada, con los ojos color miel abiertos con lágrimas amenazadoras en salir, pude divisar una especie de sombra de luz, una persona, con unas alas inmensamente grandes y tan blancas que hasta te encandilaban. Un chico con jopo y pelo corto a los costados entro al auto. No sé cómo pero esta dentro del auto conmigo. Me abrazo y sonrió con sus labios color sandía, dejando ver una hilera de perlas blancas perfectamente alineadas. Mientras me protegía con sus brazos, nos envolvió dentro de sus alas a ambos, y susurro muy cerca de mi oído «Todo estará bien, lo prometo» yo seguía aterrada, pero la extraña presencia de aquella persona, si es que era una persona, me transmitía calma, y fue en ese segundo que lo mire, lo mire a los ojos y pude divisar dos ojos tan celestes-azules que creía que no existían hasta ese momento. Esos eran los ojos más hermosos que jamás había visto, esa era la persona más perfecta.
A lo lejos se oía la sirena de policía, cada vez más cerca, más y más cerca...Pi, pi, pi, el pitar del microondas me despertó de mi trance.
-Hey ¿Estas bien? -preguntó Matthew un tanto preocupado. -Los cafés ya están listos. -dijo mientras abría el microondas y traía los cafés. - ¿Me contarás algún día como sobreviviste?
-Tu sabes perfectamente como sobreviví.
-Si es que...
-Espera, no te he terminado de contar mi vida. Luego del accidente, en donde alguien me salvo, me fui a vivir con mi tío, mis abuelos por parte materna habían muerto, y mi mama era hija única. Mis abuelos por parte paterna también habían muerto y mi papa tenía un solo hermano llamado James Jones, el me adoptó legalmente, una de las peores cosas que me pudo haber pasado en la vida. Él era un pedofilo, tuve que crecer sin el amor de una madre ni de un padre.
»Así hasta los 18. En ese tiempo aprendí a no confiar en nadie, por eso me volví la persona asocial y reservada que soy ahora. No tengo amigas ni amigos, y tampoco es que lo necesite.
Le sonreí amablemente mientras le daba un sorbo a mi café. Sinceramente no me gustaba contarle de mi vida a nadie, mucho menos a un extraño.
Matthew me devolvió la sonrisa y saco un extraño artefacto de su bolsillo. El aparato estaba vibrando, y como si fuese un teléfono, lo calló con un botón.
-Esto es la tecnología del futuro. -me dijo mientras me guiaba uno de sus ojos color agua, ¿O era color cielo? Bah, no me dio mucho tiempo para pensar porque siguió hablando. -Escucha, me debo ir, pero prometo que cuanto antes pueda estaré aquí.
-No creo que sea necesario. -dije con aire de superioridad.
-Yo se que si. -dicho esto, se acerco a mi con la intención de darme un lento beso maternal en la frente, cosa que no le correspondi y me corrí. El me saludo con la mano y desapareció detrás de la puerta.
Me encontraba completamente sola en mi apartamento, como tantas otras veces. Y se me vino la vaga de que mi apartamento era demasiado grande para una sola persona. Yo había heredado muchísimo dinero de parte de mis padres, lo que me sirvió para independizarme de mi tío a los dieciocho. Y aunque había pasado toda mi vida sola, me resultaba tan incómoda la ausencia de Matthew. Yo nunca me fiaba de nadie, pero aquél chico, si es que era un chico, me había salvado. Más de una vez.