Introducción al caos

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Bueno, para comenzar una leve explicación: a los que me siguen en el fanfic de "Atrapados", esta es una historia alterna a ese fic, basado en Hilde. A los que no me siguen, si se quedan con algún hueco o incongruencia, la historia comienza a partir del capítulo XVII del fanfic "Atrapados", que también me pertenece. Es una cursilería, tiene yaoi y hetero, así que amantes del yaoi a lo mejor se frustran un poco con este fanfic, mejor lean el otro.

Disclaimer: Gundam Wing no me pertenece, ni alguno de los personajes que aquí utilice, excepto, claro está, los que yo misma haya inventado. Es un yaoi frustrado, y probablemente tenga algunos limes.

El inicio de todo, como bien saben, fue en la base lunar.

Después de eso fue difícil vivir junto a él, compartiendo la misma casa, en la misma colonia, dedicándose prácticamente a lo mismo hasta que él encontró la forma de hacerse preventivo espacial... era vivir con él, pero sin él, muy raro, y no lo lamentó realmente puesto que sentía que podría pasar algo mientras vivieran juntos, al menos hasta aquella noche que lo encontró en el sofá... con otro hombre.

-Vi hasta la cicatriz que tenía en su muslo izquierdo. –Le contó a Relena en una ocasión.

Después de ese incidente, sumida en una curiosa depresión y enojo, tomó la dura decisión de mudarse de la casa en la que había vivido con él por casi tres años; Duo se disculpó con ella interminable cantidad de veces, pero nada podía hacerla desistir de aquella decisión que había tomado.

-Míralo por este lado. –Dijo aquél día, con toda la saña acumulada en su interior, mientras guardaba sus ropas dentro de una maleta. –Podrás meter en casa a quien te pegue en gana sin preocuparte por que tu amiga te mire.

-Hilde, no digas eso. –Había contestado él, decaído, observándola desde el marco de la puerta.

-No me necesitas, estarás muy bien tu solo, soy yo la que probablemente muera intoxicada por mi propia comida.

-¿Me detestas?

-Claro que no, solo estoy molesta contigo.

-Lo siento.

-Ya no importa, ¿sabes?

Pensó que viviendo lejos de él olvidaría un poco todos aquellos sentimientos que tenía por él, y que podría vivir con la imagen del sujeto con la cicatriz en el muslo... pero no contaba con que Duo insistía en visitarla en su nuevo departamento cuando no estaba de preventivo, en vez de que se fuera a su casa como lo haría una persona normal; lo único que esto provocó fue que ella siguiera enamorando de él con cada mirada, con cada sonrisa, con cada plática absurda. No podía permanecer molesta con él, por más que lo quisiera.

-Duo, tu cambias de persona como de camisa.

-No te metas, Hildey. –Pero sonreía al decirle.

-Entonces tú tampoco deberías meterte con los chicos con los que salgo.

-Es que tienes tan malos gustos...

Descubrió finalmente que era tolerable el tener ese tipo de relación con Duo, lejos de sus tendencias extrañas; no quería ser un one-night-stand de él como todas aquellas chicas (y chicos) con los que él frecuentaba estar. Prefirió quererlo en silencio, tan solo esperando que él encontrara a la persona ideal que lo hiciera desistir de esa vida.

También estaba Quatre. Hilde no lo toleraba, pues tenía una vida incluso más libertina que Duo, y tenía su obsesión rara con Trowa; detestaba que usara su cara de niña para sus fines, y no dudaba ni un momento que esos dos ya hubiesen compartido la cama. Sabía también que él no la tragaba, la había llamado "marimacho" algunas veces, solo por trabajar rodeada de hombres como mecánico de la colonia. Le importaban poco sus pensamientos.

El Ángel de ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora