Relena Darlian Peacekraft de Yuy (le gustaba la idea de alargar de esa manera su nombre), se despertó ese día más alegre que de costumbre; se incorporó de la enorme cama, vistiendo una liviana bata blanca de tirantes sin nada debajo, y miró a través del cristal reforzado de la ventana de su camarote, contemplando el mar azul y el sol brillando gloriosamente en el cielo. Se giró hacia su cama, mirando la espalda desnuda de su esposo, el cual aun dormía cual príncipe de cuento de hadas, roncando como una podadora con exceso de uso y sin mantenimiento.
-Este día promete ser hermoso. –Exclamó en voz baja la chica, entusiasmada.
Se arregló inmediatamente, sin despertar a Heero de su profundo sueño, para ir a desayunar algo liviano, pensando en su luna de miel, en todo lo que harían juntos y las prendas que usaría durante la noche... abrió la puerta, complacida, y lo primero que vio fue a Dorothy pasar por el angosto pasillo, vistiendo un liviano vestido color rojo, con una mueca de preocupación en el rostro.
-Buenos días, Dorothy. –Saludó la feliz Relena. –Vaya, ¿ha pasado algo malo?
-Señorita Relena, buenos días. –Dijo, interrumpiendo su andar como una persona normal, cosa que alteró a Relena. –Bueno, algo así, es que se nos ha perdido un pasajero.
-¿Cómo? –Frunció el ceño levemente, preocupada.
-La hemos buscado por todos lados, y no podemos encontrarla. El barco apenas zarpará, y en los registros no aparece que haya descendido a tierra.
-Pero, Dorothy... ¿de quién se trata? ¿Quién se ha perdido?
-Hilde.
-¡¿Qué?! –Se alteró. -¿Hilde?
-0-0-0-0-0-
Duo se mantenía recargado en la orilla del barandal, en la proa del barco, mirando en dirección al mar; tenía un gesto de preocupación en el rostro, algo realmente extraño en él, además del cansancio evidente en su postura.
-Probablemente bajó del barco sin que nos diéramos cuenta. –Dijo Trowa, recargado de espaldas en el mismo barandal, a su lado. –No creo que le haya dado por saltar o algo parecido... Oye, ¿Quatre se lo dijo?
-Eso fue lo que me dijo. –Contestó, llevándose la mano a la frente.
-Duo, no te alarmes, ella igual puede tomarlo como un intento de Quatre para separarlos.
-Sin embargo... eso no deja de ser verdad.
-Duo...
-Debo admitir que si eso no hubiese sucedido, ella y yo no...
-Duo, espera. La verdad es que, entre ustedes dos hubiese pasado de igual manera lo que sucedió.
-¿Eh?
-Nosotros... ya sabíamos que Hilde te gustaba. Era a la única persona, de todas las que te has rodeado, que tratabas completamente distinto... era ella la única a la que cuidabas, la única que te preocupaba genuinamente. Era cuestión de tiempo que ustedes dos...
"¡Me alegra tanto verte". "¿Estás molesta conmigo?". "¿Me quieres así como soy?". Por primera vez en mucho tiempo sintió deseos de llorar, de gritar.
-¿Duo? –Cuestionó Trowa, preocupado. –Oye, ¿estás bien?
Iba a decir algo, como un "no te preocupes, estoy bien", pero, al mirarlo, solo salió una especie de gemido ahogado; se llevó la mano al rostro, consciente de que ya no podía hablar sin que se le quebrase la voz. Sus ojos se empañaron, y en ese momento fue imposible contener las lágrimas, que comenzaron a correr por sus mejillas, aterrando considerablemente a su compañero.
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El Ángel de Shinigami
HumorSecuela de Atrapados. Es dificil estar enamorada de un hombre libertino, al que solamente le interesa tener encuentros de una noche... sobre todo, si su amante principal es cierto rubio magnate con carácter de diva. ¿La boda de Heero y Relena?