No estaba listo, eso era seguro.
En una fracción de segundo pensó en miles de cosas que pudieron pasar, que pudieron decir; se imaginó golpeado, agredido, dolido, insultado... pero jamás imaginó lo que ella hizo, y le dolió demasiado, no pudo soportarlo.
Sin más, Hilde se había arrojado contra él, sin darle tiempo de reaccionar, aprisionándolo en un delicado abrazo, hundiendo el rostro sobre su pecho; a primeras no supo cómo reaccionar ante la acción de la chica, pues no se lo esperaba, solo se quedó parado con cara de idiota.
-Te detesto. –Dijo ella, con la cabeza baja, sin soltar su abrazo. –Pero... te amo. Detesto amarte tanto.
Duo, después de unos segundos sumergido en el mar de la incertidumbre, se atrevió a abrazarla contra si finalmente, con una curiosa fuerza como si intentara sumergirse en ella, cerrando los ojos. Comenzó a sentirse tranquilo, aliviado, a pesar de que su corazón latía con rapidez y fuerza.
-¿De... de verdad me amas? –Cuestionó él en un susurro.
-Yo... no sabía cómo iba a reaccionar cuando te mirara, y decidí solo aceptar lo primero que sintiera al verte. Eso hice.
-Hilde, lo siento. No espero que me perdones o me aceptes, solo... solo necesitaba verte.
Se separó de él, y le dio la espalda, evitando que pudiese ver su rostro.
-¿Es verdad que fue una apuesta?
-Sí.
-Entonces, ¿por qué me dijiste todo eso? –Se giró, mirándolo con dureza. –Sentí tanta furia, tanta tristeza, desengaño, ¿qué pretendías al engañarme de esa manera?
-No te engañé. –Frunció el ceño, y ella retrocedió. –Es verdad que te di algo que desconozco exactamente su función, es verdad que fue una apuesta, a la que estaba muy obsesionado. Pero todo aquello que te dije aquella noche es real, lo sentía, y lo siento aun.
Se estremeció al escucharlo.
-Sabes de Sam, ¿no es así?
-Sí.
-¿También ella fue víctima de sus apuestas?
-Sí.
-Sabes que estuvo en un centro de readaptación, ¿no es así?
Duo asintió.
-Y sabes entonces, que está muy enferma ahora.
-Lo escuché de los preventivos antes de irme.
-No ha podido recuperarse después de haber tenido esa sobredosis, no puede explicarse que fue lo que le sucedió. Culpa a la medicación que tomaba, pero... los síntomas que ella tuvo yo los reconocí como propios, de aquella noche.
-¿Qué no tuvo cuidado? –Cuestionó en voz alta el 02, indignado.
-¿Fuiste tú, Duo?
-No, no. Pero en parte es mi culpa.
-¿Cómo?
Duo se dejó caer sentado en el sofá, con la vista en el suelo; de repente, Hilde no reconoció a ese Duo, era completamente distinto su porte, sus expresiones, su manera de hablar, e incluso su físico... sin embargo, la sensación que había tenido al estar entre sus brazos había sido la misma. En cierta forma le parecía atractivo de esa manera.
-Cuando pasó la apuesta que Quatre me había impuesto, yo me puse furioso con él, me sentí culpable y molesto al mismo tiempo al haberte lastimado de esa forma. Entonces le quité algo importante para él, algo que podía ponerlo en riesgo hablando socialmente, y lo amenacé para que hiciera lo que yo le dijera. Y fue Sam.
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El Ángel de Shinigami
UmorismoSecuela de Atrapados. Es dificil estar enamorada de un hombre libertino, al que solamente le interesa tener encuentros de una noche... sobre todo, si su amante principal es cierto rubio magnate con carácter de diva. ¿La boda de Heero y Relena?