Capítulo IX.

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-¿Me vas a abrir o qué? -dijo riéndose al ver mi cara.

-¿Qué haces aquí? -le pregunté mientras abría la puerta.

Ni siquiera me había contestado cuando me besó. Le seguí el beso y esbocé una pequeña sonrisa en sus labios. Esta chica cada vez me sorprendía más. Y es que la veías y ya te enamorabas de ella.

-Espera aquí un momento. -dije apartándome de ella.

Asintió y entré. Me dirigí a la cocina y todos me miraron.

-¿Quién era? -me preguntaron todos a la vez.

-No era nadie, algún gracioso seguramente. -dije sentándome.

Seguimos cenando y nada más terminar las dos pinchadas que me quedaban en el plato, me levanté de la mesa.

-Voy a ir a dar un paseo por los alrededores para bajar la cena. -les dije a mis padres algo nervioso. Como ya os he dicho, siempre que miento tartamudeo, aunque sea un poco.

Para mi suerte no estaban demasiado antentos a mis palabras y solamente se dedicaron a asentir y me dejaron ir. Salí de casa y vi a Julia sentada en el escalón.

-Vamos. -le dije sonriendo.

-¿Adónde? -se extrañó ella.

-Me queda un sitio que enseñarte. -sonreí.

La cogí de la mano y salimos de casa corriendo. Nos pateamos medio Madrid hasta llegar a El Retiro.

-¿Qué hacemos aquí? -me dijo a las puertas de éste.

-Guardaba este sitio para una ocasión especial y tú lo eres.

Sonrió y me besó de nuevo. Todavía agarrado a su mano entramos. Julia se quedó asombrada de lo bonito que era.

-Este sitio es increíble. -dijo mirándome a los ojos.

-No tanto como tú. -le contesté sacando mi lado más cursi.

-Tonto. -me dijo riendo.

-¿Por qué? -repuse yo vacilón.

-Porque me encanta tu lado cursi. -se mordió el labio. Ante aquella mueca no pude evitar besarla.

-Te van a matar. -me dijo tras finalizar el beso.

-Y a ti también.

-No, yo tengo una cuartada buena. -me sacó la lengua burlándose de mí.

-Bueno, me da igual. Quiero pasar esta noche contigo. -dije y la volví a besar.

Paseamos juntos por todo el parque hasta acabar en el lago que había allí. La luna brillaba tanto aquella noche que hacía que el agua tuviese un color precioso. Nos sentamos en las escaleras que hay a los pies del lago y nos quedamos un rato en silencio contemplando el poco ruido que hacía el agua.

-Quiero montarme en alguna barca. -me dijo rompiendo el silencio.

-Claro. -la sonreí.

Las barcas estaban sujetas entre sí. Nos montamos en la primera que había y la desatamos.

-Rema tú. -me dijo con descaro.

-A sus órdenes. -bromeé yo.

Comencé a remar y ella se tumbó al lado mía mirando el cielo. A veces la miraba de reojo y me fijaba en lo bonita que estaba a la luz de la luna.

-Eres diferente, Marcos. -se incorporó mirándome.

Cesé de remar para mirarla.

-¿Por qué? -pasé mi brazo por su hombro abrazándola de lado. Ella se recostó en mi pecho y nos quedamos los dos tumbados en la barca mirándonos.

-Has roto cada uno de mis esquemas. Nunca pensé que quedarían chicos como tú en el mundo, hasta me había hecho una idea de que me tocaría enamorarme de un gilipollas otra vez, como lo hice con mi ex.

-¿Qué pasó con él? -pregunté sin ganas. Yo era celoso y muy posesivo, aunque no lo pareciese. Y no, no es que no desconfiase de ella pero no soportaba hacerme una idea de que podría perderla.

-Es un año mayor que yo pero sus ansias de justicia contra el mundo y aquella dilata que llevaba en la oreja derecha me conquistaron. Me prometía muchas cosas que nunca llegó a cumplir, me decía que yo hacía sacar su lado romántico y que nunca dejaría de quererme. Hasta que conoció a otra chica mejor que yo, porque todo el mundo es mejor que yo, ¿sabes?, y me dejó. -se echó a llorar en mi pecho.

-Eres increíble, Julia. Y él, solo es otro gilipollas que no supo valorarte como debía, porque tú vales demasiado, pequeña. -le dije abrazándola fuertemente. Siempre me había sonado irónico llamar a una persona 'pequeña' cuando sabes que para ti es lo más grande del mundo, pero de todas formas me encantaba llamar así a Julia.

-Te quiero tanto. -me dijo a pocos centímetros de mi boca.

-Yo también te quiero. -sonreí para luego besarla.

Y así nos quedamos. Besándonos a la luz de la luna, en un parque tan bonito como ella y sin importarnos el resto del mundo, porque cuando estaba con ella, el mundo entero se paraba y solo existía su persona.

Siento haberme enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora