Capítulo XIII.

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Era viernes y por fin había llegado Semana Santa. Hoy era el último día de instituto antes de irnos de vacaciones. Ya había pensado qué hacer estos días. Mi madre me había dejado invitar a unos cuantos amigos a casa de mi abuela un par de días. Ella vive en las afueras de Madrid, en un chalé. Serían dos días inolvidables. Había invitado a Carlos, David y Bruno. Obviamente, también había invitado a mis amigas: Carla, Alba y Julia. Por mí hubiese invitado solamente a Julia, pero todavía mis padres no sabían que salía con ella y creo que nunca lo sabrán, o tal vez sí, no lo tenía claro todavía.

Esta vez me levanté muy de buen humor y decidí irme andando al instituto. Tarareaba las canciones que iban sonando mientras caminaba feliz e imaginándome lo bien que lo pasaríamos todos. Yo era un chico que se ilusionaba fácilmente, cualquier chorrada que estuviese bien me llenaba. Pero quizás no pensaba exactamente en lo bien que lo íbamos a pasar todos, si no lo bien que lo iba a pasar con Julia. ¿Sabéis? Esta semana me he dedicado mucho a reflexionar y a pensar en cosas que no debería de pensar. Por ejemplo, he llegado a la conclusión que engancharme tanto a Julia, a la larga no iba a ser bueno, que mi felicidad dependiese de ella y mucho menos que la necesitase constantemente y la echase de menos cuando, a veces, todavía no se había ido. Sabía que no era bueno y durante esta semana, no paré de repetírmelo todos los días, incluso cada día me hacía prometer que si algún día Julia me dejase no iba a vivir de su recuerdo y no me volvería loco viéndola con otro, pero sabía que nunca llegaría a cumplir esa promesa, que al final terminaría muriendo por ella. 

Llegué al instituto serio. Recordar mis reflexiones camino al instituto me habían borrado la sonrisa de un plumazo, sin embargo, esbocé una sonrisa al ver a Julia de espaldas. La abracé por detrás y la besé la mejilla.

-Buenos días, bebé -me dijo girándose hacia mí.

-Buenos días -sonreí aun más y luego la besé.

Me apartó segundos después cuando vio un profesor pasar a lo lejos.

-Detente, fiera -bromeó.

-Es verte y querer besarte, no es culpa mía -la volví a besar, esta vez le di un beso corto.

-Calla y vamos a clase, que no quiero llegar tarde el último día de instituto antes de irnos de vacaciones -me cogió de la mano y fuimos a clase corriendo.

Me estaba quedando dormido en Biología cuando de repente, noté como un trozo de papel golpeaba mi cabeza.

-¡Au! -alcé la voz lo suficiente como para que todos me escuchasen. 

La profesora se giró, mas siguió con la clase. Cogí la nota que había quedado en el suelo tras chocar con mi cabeza y la leí. Tengo que contarte algo, luego, en nuestro pequeño gran mundo. Sentí un nudo en la garganta de inmediato. La sonrisa se me borró del rostro. Estuve toda la mañana pensando en ella.

Sonó el timbre y salí de clase corriendo. Antes de pisar mi refugio quería lavarme la cara para despejarme un poco. Entré en el lavabo y me enjuagué el rostro. Me miré en el espejo y respiré hondo. Salí de allí y me dirigí a mi escondite. En efecto, Julia ya estaba allí. La noté algo fría conmigo y su rostro estaba un poco más pálido de lo habitual.

-Marcos, siéntate -me senté enfrente suya.

-¿Qué ocurre? -dije mirándola a los ojos.

-No voy a poder ir a casa de tu abuela, es más, no voy a verte en toda esta semana -dijo cogiéndome las manos y acariciándolas.

-¿Qué, pero por qué? -me decepcioné, sabía que sin ella aquello no sería lo mismo.

-Mis padres han insistido en pasar las vacaciones en Barcelona, junto con mi familia -me dijo cabizbaja.

-Da igual, sé que no será lo mismo sin ti pero no se puede hacer nada al respecto -la dije levantándola la cara con mi dedo índice.

-Pero yo quería ir y estar contigo, no quiero volver a Barcelona -me dijo escondiendo su cabeza en mi cuello.

-¿Por qué no quieres ir? -la abracé acariciando su espalda.

-Porque si voy, sé que veré a Alejandro y no me apetece en absoluto -me miró a la cara con ojos cristalinos.

-No te preocupes por él, Barcelona es muy grande. No tienes por qué verle -la dije acariciando su mejilla.

-Sí, claro, está bien -suspiró hondamente y me besó.

Supe en ese momento que algo esta semana no iba a ir bien. No sabría decir que si era por Julia o no, la verdad es que estaba confundido y no sabía deciros qué me pasaba en ese mismo instante porque ni yo mismo lo sabía.

Siento haberme enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora