Capítulo XXII.

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Llevaba días sin hablar con Julia. No entendía nada. Me dijo que antes de que me fuera a Valencia quería verme y apenas queda una semana para que me vaya y no la vuelva a ver en semanas. Estaba frustrado y andaba de muy mal humor.

Sé que debería haber esperado a que ella me llamase, pero al final opté por llamarla yo.

-Hola -dijo ella al otro lado del teléfono.

-Hey -respondí.

-¿Ocurre algo? -preguntó.

-Eso es lo que quiero saber yo -contesté malhumorado.

-Supongo que ha llegado el momento de decírtelo, Marcos...

-¿Decirme el qué? -Noté como mi mundo empezaba a irse a la mierda.

-Te veo en una hora en El Retiro, adiós -y me colgó.

Se acabó. Lo sabía. Julia me iba a dejar, lo notaba en el puto pecho.

Me di una ducha rápida, me vestí y salí de mi casa. Faltaba todavía media hora para encontrarme con ella, pero las paredes de mi casa empezaban a agobiarme.

Caminaba sin rumbo hasta que por fin me di cuenta de que ya iba siendo hora de ir a El Retiro.

Llegué por fin y vi a Julia en la puerta. Alzó la vista, me miró y esbozó una sonrisa torcida. Era la primera vez que veía esa sonrisa. Me acerqué a ella y le di un leve beso en la comisura de los labios.

Sin decir nada, me llevó de la mano hasta un banco cercano. Me senté a su lado. Se revolvió en el banco un par de veces hasta que por fin decidió arrancarse.

-Marcos, antes de nada, quiero que sepas que todo esto ha sido precioso y te quiero...

-¿Ha sido? -la interrumpí. Me mordí el labio y respiré hondamente, no pensaba echarme a llorar delante de ella.

Se quedó en silencio, no dijo nada.

-¿Me estás dejando? -pregunté algo furioso.

-Marcos, no te enfades, pero sí. Te sigo queriendo, pero desde que me crucé con Alejandro allí, todo esto no es lo mismo. Cuando me dijo que me quería, algo...

-Espera, espera -la interrumpí de nuevo-. ¿Te dijo que te quería?

-Sí, pero no quise decírtelo. Lo siento mucho -dijo refiriéndose a nosotros.

-¿Sabes yo lo que siento? Haberme enamorado de ti. Siento haberme enamorado -contesté furioso y apunto de llorar.

-Entiendo que me odies ahora, Marcos -dijo poniendo su mano en mi muslo.

La aparté bruscamente y luego me tranquilicé. Respiré hondo y musité:

-No te odio.

-¿Qué? -repuso confundida.

-No puedo odiar a alguien que quiero a rabiar -dije mirándola a los ojos.

Ella apartó la mirada y se levantó lentamente.

-He de irme.

-Claro... -susurré.

Antes de irse, me volvió a besar. Esta sería la última vez que me besaría. Lo disfruté, saboreando su boca hasta el último detalle. Mis labios echarían de menos los suyos.

**********

Así terminó todo. Una historia tan bonita que merecía ser contada.

Ha pasado una semana desde que me dejó. Una semana en la que he llorado como nunca lo había hecho, he sufrido a más no poder, pero el caso es que hoy, que estoy apunto de irme a Valencia, me siento un poco mejor. Todavía la quiero, claro que la quiero. Pero la herida ya no duele tanto. Me han hecho falta siete días aislados en mi cuarto, yo solo, sin nadie más, para darme cuenta de que tengo que levantar cabeza. De que la vida sigue, con o sin ella.

Julia se fue ayer a Barcelona, aunque no estoy del todo seguro, no hablo con ella desde aquel aciago día. Prácticamente no hablo con nadie desde entonces. Mis padres andan preocupados por mí, tanto, que hace un par de días les conté qué es lo que me pasaba para que así me dejaran en paz. Y sirvió, me dejaron en paz. Tampoco he dormido. Creo que tengo que tener unas ojeras como demonios, aunque eso tampoco lo sé, no me he atrevido a mirarme al espejo. No quiero ver como me ha dejado físicamente el torbellino llamado Julia. Hoy he decidido encender el móvil. Decenas de llamadas perdidas, pero ni una sola de ella. Seguro que nada más llegar a Barcelona fue corriendo en busca de Alejandro. El solo hecho de imaginármelo con ella, me da rabia y le pego una patada a la cama. Estoy harto de toda esta mierda y creo que hoy por fin voy a poder escapar de ella.

Siento haberme enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora