Capitulo 3: TGIF

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Es viernes al fin y como todos los días a las 7 a.m ya me encuentro levantada. Como siempre, o al menos tres veces por semana me encamino hacia el gimnasio para entrenar un poco.

Mientras camino hacia el segundo piso pienso en que seguramente Sage estará ocupada con la organización del evento de hoy, eso quiere decir que tendré que entrenar con Camila, otra de mis chicas. Sin mucho que decir sobre ella, Camila es una joven Argentina, para ser mas específica, de la provincia de Córdoba. Con tan solo 21 años, es una de las más jóvenes de mi equipo, y una de las mejores y más eficientes en su trabajo, por esto formaba parte de mi equipo de seguridad y de mi círculo más cercano junto con Sage y Jericho.

-Buenos días, Jefa-dice Camila con su muy usual buen humor y su tan marcado acento cordobés

-Muy buenos días, Cam-sonrío amablemente-¿Estas lista para perder de nuevo?-Digo burlonamente, aún sabiendo que quién la había entrenado desde muy pequeña había sido yo. Gracias a esto y su facilidad de aprendizaje, se podría decir que ella se había vuelto muy buena en el combate cuerpo a cuerpo en los últimos años.

-Con cuidado, Ava-ríe-A veces el alumno puede superar al maestro-

-Vamos a verlo-termino de hablar para rápidamente sorprenderla con un gancho derecho en las costillas que ella no pudo detener a tiempo, la observo sabiendo que la dejé sin aire al quejarse y agarrarse dicha zona. Pero ella no se queda atrás y rápidamente se da la vuelta para luego soltar una patada hacia mi cabeza, fácilmente logro detenerla con mis manos e intento hacerla caer al piso, dejándome muy en claro que la entrené muy bien, ya que logra mantenerse en pie y soltarse de mi.

-¿Se esta poniendo un poco vieja, Jefa?-se mofa para luego intentar hacerme una llave, que rápido detengo y ahora si, logro arrojarla hacia el piso boca arriba. Aprovechando su posición me coloco encima de ella, tomando sus brazos por encima de su cabeza y dejándola casi inmóvil. Intenta golpearme con sus piernas, pero hago peso con mi propio cuerpo para que no lo logré. Gruñe intentando liberarse y yo me río en su cara.

-Un poco de respeto con los mayores, niña-le digo sonriendo antes de soltarla

-¡No es justo, Ava! Todas las mañanas son lo mismo, mejor dile a Sage que practique contigo-dice fingiendo molestia

-Necesitas practicar, lo sabes-digo poniéndome seria nuevamente-Eres de las mejores, pero quiero que lo seas aún más -revuelvo su cabello afectuosamente. Una vez que veo que se suelta y va hacia su botella de agua, la imito. Tomo mi toalla, me despido de ella y voy hacia mi habitación a darme una ducha rápida antes de bajar a desayunar.

Se supone que la reunión de hoy estaba programada para las 21 p.m, así que sabiendo que tenía tiempo de sobra podría desayunar en la cocina con Clara, sin que nadie me moleste.

Mientras bajo por la escalera lo primero que veo es a Sage dando las ultimas órdenes para que todo esté listo para hoy y cuando me ve rápidamente se hacía mi.

-Buen día, Jefa-dice lo mas alegremente que su cara le permite-Ya está todo listo, el catering viene a eso de las 19 p.m, los músicos a las 20 p.m y ya se encuentra montado el pequeño escenario-dice mientras mira atentamente la tablet para repasar todo.

-Muy bien, Sage-digo felicitándola por su eficiencia-¿Sabes si Alexander vendrá?-digo recordando a mi padre, que desde que fue removido de su puesto por mi, ya casi no asiste a estas reuniones.

-Hable con el señor y dijo explícitamente que no le importaba estar y cito: "En estas reuniones de mierda con esos viejos de mierda"-dice en un español muy acentuado y tratando de imitar el acento porteño argentino de mi padre. Claramente le costaba un poco ya que Sage si bien había nacido en Los Angeles, su ascendencia era Mexicana.

Sin poderlo evitar me río no solo de su imitación si no también de lo que mi padre dijo, era muy normal en el hablar así la mayor parte del tiempo. Cuando estábamos en familia, las muy pocas veces que podíamos estar bien juntos solíamos hablar en castellano con nuestra inconfundible tonada Argentina, ya que toda mi familia provenía de allí, y si bien yo viví gran parte de mi vida aquí, nací en Buenos Aires, en uno de los largos viajes que hacían mis padres en ese tiempo. Después de que mi madre nos abandonara y yo me convirtiera en una adolescente, solía viajar allí y quedarme largos períodos de tiempo. Hoy en día cuando tengo la oportunidad, continúo viajando y visitando amistades y a la poca familia que me queda allí.

-¿Por qué no me sorprende?-digo mientras ruedo los ojos-¿Hablaste con Izaro y Zenda también?-digo mencionando a mi tía y a mi prima, las que si acostumbraban a venir a reuniones y fiestas organizadas en esta casa.

-Claro, dijeron que estarían aquí por la tarde-dice chequeando todo de nuevo en la tablet.

-Bien, gracias. Entonces si ya está todo arreglado, voy a desayunar-digo caminando hacia la cocina donde una muy alegre Clara me recibe con una sonrisa.

-Buen día, señorita ¿Cómo amaneció?-Dice en un tono tan maternal que hace que se me estruje el pecho.

-Muy bien, Clara, gracias.-digo amablemente-Aunque estas reuniones me estresan un poco-digo frustrada

-Todavía no entiendo a que le llama reuniones, si son galas elegantes con cientos de personas-dice divertida

-Si, pero recuerda que tienen un solo propósito y es el de continuar la alianza y tratar negocios-digo seriamente, sabiendo que estas "galas" difícilmente eran divertidas para mi.

-Mire el lado positivo, tal vez en una de esas reuniones encuentra alguien interesante con quien hablar-sonríe descaradamente

-Lo dudo mucho, Clarita-digo sonriendo débilmente-Y si lo hiciera, no creo que tenga tiempo para llevarlo mas allá de una simple conversación-bajo la mirada hacia la taza de té, pensando en lo irreal que sonaba para mi conocer a una persona y tener algo mas que una charla o simple sexo dice mi subconciente, recordándome que para eso siempre habría tiempo.

-Nunca digas nunca, Ava-dice llamándome por mi nombre como pocas veces

Horas mas tarde me encontraba recibiendo a Izaro y a Zenda. Mi relación con ellas siempre fue muy cercana, si bien mi tía se caracteriza por ser una mujer directa y sin filtro, fría y poco maternal, hay una cosa que se con seguridad sobre ella y es que ama a su única hija con todo su ser y también a veces, puedo sentir su amor hacia mi.

Zenda por otro lado es la niña, no tan niña de 20 años más única que existía, su personalidad carismática y extravagante es a veces tan refrescante. Pasar tiempo con ella te puede llegar a sacar 10 años de vida, te hace sentir una adolescente otra vez. A pesar de llevarnos casi 8 años siempre fuimos muy unidas y nos vemos frecuentemente ya que por suerte ella vive en el mismo complejo residencial a unas casas o mansiones de distancia.

-Ava Marie como es que esta fiesta está organizada hace más de un mes y yo me entero hace un día-dice haciendo hincapié en las últimas palabras mientras me mira con reproche-Ni siquiera tuve tiempo de elegir un vestido apropiado-exclama casi gritando

-Si, seguro que no tenias nada para ponerte, mama-dice su hija burlonamente casi riéndose-¿Cómo estás, Ava?-me abraza fuertemente como saludo

-Lo siento tía, sabes que tengo mucho en la cabeza, pensé que Sage te había notificado hace días-digo con un poco de culpa, para luego mirar a mi prima-Bien, Zen. Algo estresada por hoy-digo con pesar

-Lo imaginé-dice asintiendo de acuerdo-Nosotras ya no te vamos a molestar más, seguro estas de aquí para allá con todo, así que vamos a ir a nuestras habitaciones a arreglarnos-dice Zenda casi arrastrando a su madre por las escaleras

-Claro, están en su casa-digo sonriendo ampliamante-Voy a mandar a Lou a sus habitaciones para que pueda producirlas apropiadamente-les dejo saber mientras mando un alerta desde mi celular a mi maquilladora y peluquera personal que debería estar por algun lado de la casa ya que Sage la había llamado temprano en la tarde.

Luego de ver que Izaro asiente emocionadamente, emprendo el camino hacia mi propia habitación para poder a empezar a prepararme para esta noche.




Izaro, Zenda y Sage (de izquierda a derecha) en multimedia

Abysm (Serie Abismo 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora