No es nada fácil ser Swan - Parte IV

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Este capítulo puede que requiera una jarrita (alusión a contenido +18). Aviso por las dudas.

Parte IV

-¡QUIERO QUE ADOPTEMOS UN BEBÉ!

Emma pestañeó un par de veces -¿Qué has dicho?

Regina sonrió nerviosamente - Eso... que quiero que adoptemos...

-Un bebé - terminó Emma - ¿Cómo has llegado a esa conclusión?

Se mantenían a un par de metros de distancia, la una de la otra, como si estuvieran esperando una señal para acercarse.

-Bueno, tu madre me dio la idea - confesó la alcaldesa - lo deslizó en la conversación que tuvimos hoy - sonrió de medio lado - ni siquiera había pensado en ello hasta que me lo mencionó.

-Hablamos tanto de un hijo en común que no pensamos en cómo nos conocimos en primer lugar - Emma mostró una mueca de pena - lo siento por eso, no debería haberte hecho una promesa como esa...

-Ya no digas nada, no soy lo que se dice perfecta tampoco - replicó Regina - soy la que bebió una poción priorizando la belleza a la fertilidad.

-No digas eso, yo tampoco hubiera querido un hijo de un matrimonio con un tío al que no quería y que me doblaba y más la edad - señaló Emma - no me importa eso.

-Era tu abuelo, ¿lo recuerdas? - contestó Regina con una media sonrisa divertida.

-No lo hagas sonar más grimoso, ¿quieres? - le pidió la sheriff - y creeme cuando te digo que me sentía mal, sí, decepcionada, pero no contigo, conmigo misma.

-Vale - la morena suspiró -, pero no hay porque, cariño - Regina notó como el mote hizo temblar a Emma y recordó que llevaban casi un día sin tocarse, sin hablarse - sólo quiero que estemos como siempre.

-Y yo - susurró Emma respirando un pelín más profundamente.

-Entonces, ¿qué esperas para venir aquí y besarme?

Fue como si Emma hubiera estado días en la posición para iniciar la carrera, con los músculos tensos y el cuerpo crispado por la adrenalina de la inacción. La pregunta fue su señal para soltarse, para escalar y arremeter. Tres pasos apresurados y gigantes bastaron. Su cabello rubio se meneó hasta que su cuerpo dio contra el de la morena. Sus bocas se encontraron agresivas, punzantes.

Los labios envolviéndose unos a otros. Las bocas explorando. Regina gimió en la boca de Emma cuando la sheriff la levantó con sus fuertes brazos y la empotró contra la pared más cercana.

-No vuelvas a dejar de hablarme - le exigió Regina.

-Lo siento, mi caramelo - murmuró Emma antes de lamer levemente los labios de Regina y enredar su lengua con la suya.

Un beso instintivo y profundo. Uno que les causó el mismo impacto que aquel que despertó a Merlín en Camelot. Aquel que les hizo entender que, quizás, se necesitaban. Que eran la un para la otra. Almas gemelas, amor verdadero o lo que sea que ellas fueran. Pero hoy, con una alianza brillando en los dedos, no había porque parar, porque indagar. La acción y era la única opción.

Se deseaban y la distancia solo hacia que el deseo creciera. El deseo les corría por las venas con prisas y estaban dispuestas a todo lo que fuera posible por saciarse. Emma empujó con su cuerpo y Regina rodeó su cintura con las piernas cuando la sheriff comenzó a besar su cuello con desesperación.

-No vuelvas a dejar de tocarme - gruñó la morena y adoró la forma en que Emma terminó por subir su falda y a atrapar su trasero con las dos manos - no vuelvas a dejarme así...

Las bizarras aventuras de Emma "sin-filtro" Swan y Regina Mills - #SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora