La boda roja y casi un funeral - Parte IV

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Parte IV

Regina terminaba de friccionar crema corporal a lo largo de sus esbeltas piernas luego de la ducha cuando Emma entró en la habitación.

-¡Mujer, no seas cruel! – vociferó girándose para no mirar a su esposa – ya sabes lo que me pone verte hacer eso y mis padres ya están aquí para cenar – exclamó mirando de reojo como la morena continuaba con lo que estaba haciendo sin inmutarse.

-No haberlos invitado – aventuró Regina con voz cantarina sonriendo mientras notaba como la resistencia de Emma cedía cada segundo y las miradas a sus piernas se multiplicaban.

-Debería haberme quedado huérfana – se quejó la rubia rodando los ojos.

-Con ese criterio tampoco deberías haber tenido a Henry – argumentó Regina – después de todo, algunas veces hasta eres buena madre y te controlas si él está presente.

-Sólo porque luego me riñes – dijo Emma girándose completamente y sentándose a observar a la morena descaradamente, la cual rodó los ojos preparándose para terminar de vestirse.

-Te has dejado un sitio – comentó Emma con voz neutra.

-¿Dónde?

-En la zona de los muslos, creo que no llegas bien a esa parte de tu cuerpo – reveló causando que la morena meneará la cabeza – quizás debería ponerte yo la crema, mi amor.

-No, tú lo que quieres es liarme otra vez – Regina la señaló con un dedo acusador - ¿no es que invitamos a cenar a tus padres para que se quitarán la imagen de nosotras retozando en la comisaria? – preguntó – no veo yo que usted poniéndome las manos de encima cuadré en ese plan, Señorita Swan.

-Si me sigues llamando así voy a hacer algo más que ponerte crema, preciosa – Emma gruñó para asegurarse de que entendieran que estaba lista para un nuevo round.

-La respuesta es – Regina hizo una pausa de suspense – No – enfatizó – N y O – deletreó enseguida – márchese de mi habitación.

-Es nuestra habitación – rebatió Emma.

-Vete con tu madre ya y deja que termine de vestirme – la forma en la que la alcaldesa la miraba dejaba claro que no había negociación posible.

-Vale, me voy, sólo un par de cosas antes de marchar – dijo Emma – uno, ¿qué te parecería Kate y Meghan para Ruby? – la rubia se explicó – digo son los pechos nietos de la Reina Isabel y la Reina Sofía.

-En cualquier caso deberían ser William y Leonor que son los nietos de ese par y me da que no – descartó la morena – ni un tío, ni una niña, por Dios.

Emma bufó desencantada – esto me está costando – sostuvo la mirada sobre un punto particular.

-Eso es porque estás demasiado entretenida mirando a Thelma y Louise – expuso la morena – mis ojos están más arriba, Swan, dígnese a mirarlos de vez en cuando.

-Los miro, son hermosos – Emma se cuadró de hombros – ellas también – fue acercándose a la alcaldesa.

-Aléjese – amenazó Regina con el dedo.

-Me falta decirte una cosa todavía – anunció la rubia – te ha quedado algo sin friccionar - señaló y acercó su boca al oído de su esposa susurrándole algo para luego salir pitando.

Regina abrió los ojos al escuchar lo que Emma dijo y luego respiró profundamente - ¡Márchese ya! – gritó sintiendo como un escalofrío le invadía la columna vertebral.

Las bizarras aventuras de Emma "sin-filtro" Swan y Regina Mills - #SwanQueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora