Capítulo 2: ¿Y usted, quién se cree que es?

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Ya han pasado tres días desde que Lucía Fernanda despertó del accidente que tuvo en el parqueadero de la universidad; sus padres, sus hermanos y amigos la visitaban, para saber cómo estaba y le decían como iban las clases, su amigo Javier le traía todos los apuntes y los talleres para resolver y poder adelantar sus deberes, le dijeron que ya habían entregado ese día la lista de las instituciones donde seguiría las prácticas del siguiente semestre, ya que estaban culminando el quinto.

-Tenemos que realizar un trabajo sobre "La medicina basada en hechos", no eh averiguado que significa eso – dijo Javier.

-Si serás bruto, amiguis, definitivamente no sé qué tienes en esa cabezota – lo mira molesta Lucía Fernanda – eso significa "la clasificación de las pruebas científicas observadas" en el pensum lo encuentras como MAE, yo si estuve investigando sobre eso. –aunque, no le dijo que ya había adelantado esas materias- le tiende la mano para que le de las hojas del taller – muestra, quiero mirar que preguntan en ese taller. – el chico le entrega las hojas y ella se queda leyendo, su amigo le dice que tiene que irse, porque tiene que hacer unos mandados a su mamá. En esos días a Fer, no le gustaba estar en la clínica, ya quería salir e irse a casa y dejar de ver a ese endemoniado doctor, ya la tenía cansada con tantas cosas, además, ella ni le hablaba cuando él iba hacer sus rondas y revisar que se encontrara bien.

Se encontraba recostada y medio dormida cuando se abre la puerta y entra el odioso hombre que la atropelló. Se acerca a la cama y la mira con cara furibunda.

- ¿Ya podemos hablar? Le pregunta sin saludar – y esta vez si vas a escucharme y me vas a contestar, no quiero más pataletas de niña mimada y pedante.

- ¿bueno y usted quién se cree que es? – no tiene ningún derecho a gritarme – se sienta en la cama mirándolo furiosa con sus ojos gris verdosos que brillaban como fuego - porque usted es el culpable de que yo esté así toda magullada y con los huesos rotos. – con tanto esfuerzo que había hecho, se sintió muy débil y se recostó al cabecero de la cama – él se acercó más a la cama y le preguntó.

- ¿te sientes bien? Por favor debe calmarse, no te conviene alterarte.

- usted me pone así, ya que tiene la culpa, yo estaba, bien, feliz, porque iba para mi clase favorita y lista para el quiz – hizo una pausa y siguió - me trasnoché estudiando y preparándome para sacar la mejor nota y zaaas soy envestida por un coche que manejaba usted – lo mira enojada de nuevo – además, ¿en qué estaba pensando, que no miró al frente?

- lo que estaba pensando no es de tu incumbencia – responde Roberto con cara de pocos amigos y en un mal tono – además no debes quejarte, porque estás aquí bien atendida. - Lucía Fernanda vuelve a sentarse en la cama con el ceño fruncido y lo mira mal.

- pero es su deber hacer que me atiendan bien, porque es su... - Roberto no la deja terminar dando media vuelta y alzando las manos dándose por vencido.

- ya está bien, me rindo haga lo que quiera niña malcriada – dice fuera de sí – solo venía a preguntarte si necesitabas algo con respecto a tus clases.

- ¿Por qué la pregunta? No creo que le interese, ¿verdad? – lo miró con rencor-

- claro que me interesa, ya que soy el docente de Semiología Clínica con el que tenías el famoso quiz que tanto te lamentas de no haber hecho – le soltó Roberto ya perdiendo la paciencia

- ¡queee qué! – no puede ser, ¡por que Dios me castiga así! – sorprendida mira hacia el techo

- sabe que... - dice Roberto – me voy, no soporto más a esta mocosa, así que puedes ir recogiendo tus cosas, porque te vas para tu casa. – se dirigió hacia la puerta y Salió cerrando tras de sí.

MI ADORABLE CASCARRABIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora