Prólogo

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Ver a tantas personas reunidas en un mismo lugar, me pone los pelos de punta. No había estado rodeada de gente desde... desde el funeral de mi madre.

Y esas miradas extrañas. 

Son mi mayor dolor de cabeza. Y también mi mayor recordatorio de lo que sucedió.

-Marcie, cariño ¿Me escuchaste?

La voz de mi "querida" tía Daisy, esfumó mis ensoñaciones. Estábamos en un centro comercial, comprando ropa nueva para mí. Pero la verdad, creo que es una excusa, porque todo lo que llevamos comprado no es de mi talla, no es para nada de mi gusto y por último; todo se lo probó mi tía primero.

-Lo siento, tía ¿Qué has dicho? -pregunto, mientras mi tía volta los ojos.

-Ya te he dicho que no me llames "tía". Bueno...no importa-respondió sacudiendo la cabeza- Mira ese vestido rojo de encaje ¿Crees que me quede bien?

Ahora es mi turno de voltear los ojos.

-No lo sé. Supongo que sí.

-Marcie -suspira- Estamos aquí para divertirnos, despejar nuestras mentes ¿No te aburres de estar en casa todos los días?

No.

No pensaba dejar mi habitación en la casa de Daysi (mi tía). Mi cama, mi almohada y mis audífonos. Y un el último álbum de Harry Styles, era todo cuanto deseaba.
Por otro lado, Daysi tenía otros planes en mente, comprar, comprar y comprar montones de ropa y zapatos.

Hace seis meses, yo bien podría ser ella, caminar por la plaza con Sidney usando lentes de sol del mismo modelo o yendo a una fiesta en la playa por el inicio del verano.

No tuve el corazón para responderle. La muerte afecta a las personas de maneras diferentes y extrañas.
Debió haber mirado algo en mi cara porque me tomo por los hombros y dijo:

-No te castigues por lo que pasó ¿si? Ya no puedes estar encerrada en casa. No es bueno para nadie, en especial una linda chica como tú- acunó una mano en mi mejilla- Tu padre quiere verte feliz y la única forma de que seas feliz es continuando con tu vida- medio una media sonrisa.

Asentí.

Traté de devolver la sonrisa.

-Además, estas tan pálida que pareces un vampiro y no de los lindos.

Acto seguido, Daysi fue a probarse el dichoso vestido rojo y lo termina comprando.

Ya en mi habitación, repaso en mi mente las palabras que Daysi ha dicho.

Sé que no debería quedarme en casa todos los días, pero realmente no me quedaba nada, ni amigos con quien salir o nadie con quien hablar. No fui el último mes de clases del año pasado. No tenía a Sidney, ya no más.

No tenía a mi madre.

Fue entonces cuando me pregunté ¿Es esto lo que quiero para el futuro? ¿Es así como debería verme, sola, silenciosa y...pálida?

que a mamá no le hubiera gustado verme así. que a papá no le gusta verme así.

Probablemente, Daysi tiene razón y debería hacerlo, continuar con mi vida. 

Alguien Tiene Que MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora