Escalofríos

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Mi padre hablaba de como fue su primer día, como conoció a mamá, como fueron sus profesores y cosas así. Yo lo escucho con atención no quiero perderme ni un detalle, que él hable de mamá tan abiertamente me hace feliz.

La tía Daysi está sentada en la parte trasera del coche, echándose una siesta.

Hoy es el gran día.

Hace dos semanas mi papá me dio la noticia.

Todos despertamos a las 6:00 am, teníamos tiempo de sobra, tomé una ducha y cuando salí del cuarto de baño, Daysi me esperaba con una plancha de cabello en las manos y maquillaje en otra. La dejé hacerlo, pero nada exagerado, supuse que era una forma de despedirse. Pero eso sí, no la dejé elegir mi ropa.

No pensaba vestir el uniforme hoy mismo, lo usaré para mañana.

Decidí vestir unos pantalones ajustados y una camiseta morada, mi cabello rubio oscuro caía a los lados de mi cara.

-Ya casi llegamos- canturrea mi padre.

Y tenía razón. El edificio se asomaba a la vista. No podría decidir si era un castillo o una iglesia, el tono gris de las paredes hacia lucir aún más el cielo nublado. Más allá estaban las "casas". Son residencias en donde viven los estudiantes durante su estadía aquí.
Me preguntó en que casa seré asignada y quienes serán mis compañeros.
Mientras más avanzamos más impresionada estaba.

"Esto es Hogwarts", pensé.

-¿Nerviosa?

-Emocionada ...¿Nerviosa?-sacudi la cabeza- No lo sé.

Una ridícula sonrisa tiraba de mis labios.

-Aún podemos dar la vuelta y volver a casa-sugirió Daysi- Podrías ir a tu antigua escuela, con los amigos que ya conoces.

-No la molestes Daysi.

Ella y papá intercambiaron una mirada que no sabía como interpretar.

En el gran portón delantero, estaban estacionados muchos autos.

Papá apenas pudo encontrar un lugar para estacionar. Bajo del auto. Contemplo un momento el escenario que tengo a la vista, muchos padres se despedían de sus hijos. Unos lloraban, otros intercambiaban abrazos.
Y, otros pues... discutían.

- ¡Por favor, sal del auto Jameson! -grita una mujer de cabello castaño.

-Esta bien- gruñe un muchacho saliendo del auto; alto y de cabello oscuro, pero los mismos ojos azules, al igual de los de la señora, supongo que es su hijo.

Apoya los brazos encima del techo del auto.
Fulmina con la mirada al señor que está al lado de su madre.

- ¿Podrías ayudar a llevar tus cosas? - habla en un tono más fuerte un hombre de cabello rubio. Se lleva las manos al cabeza desesperado, mientras el muchacho pone los ojos en blanco.

-No puedes darme órdenes - responde el muchacho, se percata de mi mirada y me siento avergonzada, justo cuando voy a mirar a otro sitio, me guiña un ojo. Hago una mueca.

Ayudó a mi padre y a Daysi a sacar mis maletas del auto. La tía Daysi se me acerca con los ojos llorosos, oh no aquí vamos.

-Me emociona que empieces una nueva etapa en tu vida. Mírate ya te haces mayorcita-acaricia mi mejilla- Si quieres irte, aún estamos a tiempo de volver a casa. Nadie va a juzgarte.

Eso último lo dice en voz baja. Para que sólo yo pueda escucharla.

- Estaré bien. Lo prometo.

Sus hombros se caen. Entiendo que esta preocupada por mi, no hemos estado separada desde hace seis meses. Ella da un vistazo a las personas alrededor.

-Con todas esas vistas quién querría volver a casa. Nunca es tarde para hacer la secundaria por segunda vez.
Mis cejas de levantan. Debió haber visto mi expresión.

-¿Qué? Cualquiera diría que somos hermanas.

Cuelgo la mochila al hombro, y le doy un ultimo abrazo. Mi padre camina a mi lado cargando mis maletas mientras nos dirigimos a la entrada.
Daysi no entra conmigo dice que mejor espera en el auto, que este lugar le causa escalofríos.

Suspiro.

Le doy un último vistazo a la tía Daysi, antes de pasar por la entrada.
Parece rígida, mirando hacia un lugar es como si el brillo de sus ojos se hubiese apagado.
Acaso estaba... ¿Asustada?

Sigo su mirada. Mi asombro se agranda cuando la veo ahí. Detrás de la ventana del tercer piso, esta observándonos directamente.

La señora Hosgowall.

Un escalofrío me atraviesa el cuerpo.

Alguien Tiene Que MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora