El día del Incendio

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Fue hace 6 meses. Muchos creyeron que era un accidente, o mala suerte o que fue ocasionado. En el peor de los casos se rumoreaba que fue suicidio. Pero no podía serlo porque una persona salió viva. Ilesa.

Llegué a casa temprano ese día. Ronnie Kang me llevó en su coche a casa. Llevábamos intercambiando miradas desde inicio de año. Hasta que, en la fiesta de Lindsey, mi mejor amiga, él decidió acercarse y charlamos toda la noche. Lindsey no paraba de hacerme señas o alzar los pulgares en señal de aprobación. Ronnie y yo comenzamos a salir después de eso.

Al bajar del auto me despedí de Ronnie con dos besos. Cuando vi la fachada de mi casa, sentí en mi corazón que algo había pasado, pues las ventanas estaban trabadas con tablas.

Subí las escaleras del porche, saqué las llaves y abrí la puerta. No había nadie dentro.

Papá trabajaba hasta tarde ese día, pero mamá siempre estaba en casa. Fui a la cocina. Nada. Subí a su habitación. No pude abrir la puerta estaba atascada.

Acerqué el oído. Se escuchaban voces, pero no pude distinguir el idioma, y eso que yo sabia hablar muchas lenguas gracias a las clases de mi madre y mi tía Daysi.  Alguien tapó mi boca con una mano, ahogue un grito y me arrastró a mi habitación.

Son ladrones, pensé.

Pero, ¿cómo sabia en donde se encontraba mi habitación?

La puerta de mi habitación se cerro. Era mi madre. Sentía las lagrimas salir por mis ojos, ella me abrazó contra su pecho y me acaricio el cabello.

-Shh...Cariño, cálmate-susurró.

- ¿Qué...qué pasa?

-Iré a ver qué esta sucediendo. Quédate en tu habitación, ¿sí? Todo estará bien. Tú quédate aquí.

No podía hacer o decir nada, el miedo estaba pudiendo conmigo. Ella me abrazó fuertemente y me susurró al oído:

-Sé valiente. Lo que sea que pase después, solo corre. No confíes en nadie. Ellos pensarán que eres débil, pero no lo eres.

 Demuéstrales que eres especial- se llevo una mano a su rubia cabellera que estaba desordenada- ¡Tiene que cumplirse hoy!

¿Quiénes eran "ellos"?

Sus palabras no tenían ningún sentido, pero últimamente nada de lo que decía lo tenia. Temía por ella, porque se hiciera daño y no era la primera vez que lo intentaba o que deliraba afirmando que "ellos" iban a cobrar lo prometido, que estaban en cualquier lugar y el tiempo se acercaba.

-¡Por favor, no te vayas! Papá llegará y podrá ayudarnos, nos quedaremos aquí para que no nos encuentren.

Negó con la cabeza, y salió por mi puerta. No la pude detener y la culpa me carcomía por dentro No lograba respirar. No fue mucho hasta que debajo de mi puerta una luz se encendió. De pronto, sentía que me pesaba todo el cuerpo y caí al suelo.

Ya había oscurecido cuando desperté, al abrir los ojos, noté luces a mi alrededor. Tardé un poco en darme cuenta de que no eran luces. Era fuego.

Solo pensé en dos cosas:

¿Dónde estaba mi madre? Y ¿Por qué el fuego no me quemó?

Alguien Tiene Que MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora