Capítulo 1. Pedro Creció

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Clarita se fue caminando cuando Heidi tenía once y Pedro acababa de cumplir diecisiete años. El otoño fue agradable y la nieve tardo en llegar. Las clases iniciaron y durante ese invierno Pedro pasó más tiempo en casa del abuelo y Heidi que en la suya, ya que le pidió al abuelo continuar aprendiendo de las maderas y sus secretos, mientras con ella aprovechaba de practicar, a modo de leer y escribir mejor. Ese invierno sería su último año de clases en la escuela, y aunque todos lo habían notado, Pedro no se había dado cuenta de lo mucho que creció durante ese tiempo, no sólo estaba mucho más alto, sino que la barba ya había comenzado a aparecer. De todas maneras, seguía comportándose como el mismo de siempre, jugando y riendo con todos. Esta vez ganó la carrera de trineos y celebraron en casa de Pedro comiendo unas tortas dulces que ganó en la competencia, y fue tan importante logro para el joven, que hasta el abuelo fue.

El tiempo transcurrió rápido y llegó la primavera otra vez, junto a las flores y el buen clima, Heidi y Pedro volvieron a los prados con las cabritas. A mitad de estación volvió Clarita, acompañada de la señorita Rottenmeier. La muchacha ahora caminaba perfecto y corría a abrazarlos a todos con lágrimas en sus ojos, regresó a aquel mágico lugar que junto a sus queridos amigos le permitió andar.

La señorita Rottenmeier le pidió conversar a solas al abuelo, agradeciéndole profundamente por el milagro que lograron con Clarita, llorando a mares, el abuelo le dice lo mismo que le dijo al padre y a la abuela de la muchacha, fueron los niños y el buen clima. Cuando la mujer ve a Pedro queda impactada, "¿Pero y este jovencito no es demasiado mayor para estar con las niñas?", pero considerando todo lo ocurrido y que fuese parte del milagro, no emitió ningún comentario y se tranquilizó aún más al verlo comportarse tan infantilmente como siempre.

Clarita, Heidi y Pedro corrían por las montañas como tantas veces imaginaron hacer juntos el verano anterior, jugaban en los prados y Clarita les contaba de todas las cosas nuevas que vivía desde que comenzó a caminar, pudo asistir al colegio, visitar a su abuela en su casa y también aprovechó de regresar al bosque que tanto había disfrutado con Heidi en algún momento.

-¡Vi a esos niños de nuevo!-le dice a Heidi-Los que conocimos en el bosque-ella sonría alegremente

-¿Qué niños?-pregunta Pedro

-Una vez, la abuelita de Clarita nos llevó a un bosque cerca de la ciudad para que pudiéramos tomar sol, aire y fue muy divertido. Allí conocimos a unos niños que me ayudaron a capturar muchas mariposas para sorprender a Clarita-y sonríe alegremente, Pedro asiente

-Sí, siempre se acuerdan de ti, se llaman Kurt y Klaus, son hermanos, Kurt tiene mi edad y Klaus dos años más, creo-le dice a Pedro, y luego vuelve a dirigirse a Heidi-. Bueno, les conté que habías vuelto a las montañas. Ahora somos muy buenos amigos, incluso me han ido a visitar a casa, aunque a la señorita Rottenmeier no le gusta que vayan tanto, ya que generan mucho desorden, me recuerdan mucho a ti

-¡Me encantaría que vinieran a vernos! Podríamos invitarlos-salta de pronto Heidi-, le preguntaré al abuelito, y así el próximo año jugamos todos juntos

Los días de buen clima transcurrieron en paz, el verano llegó con Clarita, Heidi y Pedro disfrutando las tardes recostados en los prados, mirando a las nubes, pájaros y al gavilán, junto a las cabras

-Doce, catorce y dieciséis ¿verdad? - Dijo uno de esos días Clarita, señalando a Heidi, ella y Pedro en cada número

-No-dice Heidi riéndose a carcajadas-, Pedro ya tiene dieciocho años

-Con razón creciste tanto Pedrito-dice Clarita de pie, intentando medirse junto a él-, dice mi papá que los varones se pegan un gran estirón cuando se convierten en hombres

Heidi y Pedro, hacia la madurez (romance lemon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora