➵Mi Omega Manipulador➵ [2° LIBRO]

C A P I T U L O [7]

♠Dudas♠

3/3 Fantasía

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POV Omnisciente...

Todo recién estaba comenzando, de un segundo a otro lan tenía ropa nueva, y comía todos los días. Aún faltaban las muestras de afecto, o la comunicación. El comer solo tampoco lo complacía, y el nuevo horario de la comida se veía algo incompleto a su parecer.

Horarios:
Lunes y miércoles, sandwiches.
Martes y jueves, pizza y/o empanadas.
Viernes, sábados y domingos, sopa.

Lan ya quería irse de ahí, lejos de su padre. Lo único que se lo impedía, era que había prometido que esperaría, y si para su cumpleaños número siete, no se lograba sentir satisfecho.. se iría.

Tan simple como eso, el no exigía mucho.. solo, solo algo estable, algo sano. El ya no era solo un niño, el conocía perfectamente el lado gris de la vida en ese arco iris. Si embargo, los otros colores se veían tan lejanos a su experiencia.. apenas había rozado las risas, o disfrutado de un par de buenas películas de dinosaurios, sin amigos, pero los dinosaurios le eran suficientes. ¿Tuvo alguna vez amigos? Tuvo uno, tuvo dos.. uno que era más como su abuelo, y el primero, que era quien cumplía varios de sus caprichos.

El nunca peleaba, el no se defendía..

Pasó por la cabecita del pequeño, mientras estrujaba el lápiz en su mano.

¿Cuál era tu nombre? ¿Por qué nunca puedo recordar tu maldito nombre? ¿Me habré golpeado la cabeza o era muy difícil?

Su cabeza era un mareo de dudas, preguntas que parecían no tener respuestas, o al menos el no las tenía. Agarro un viejo cuaderno que contenía el abecedario, y comenzó a practicar cada letra hasta dejarla perfeccionada, pero cuando intento aprender a formar palabras, la tarea se le veía complicada. Dejando eso de lado, se centro en los números, y comenzó a contar, y luego a restar. Se dió cuenta, que también podía sumar, las matemáticas eran como su vida, pero de una manera injusta, a veces dividida, a veces difícil, y en ocasiones fáciles. Lo dividida, era su estructura familiar, lo difícil eran sus problemas, e inestabilidad emocional.. y lo fácil, lo que ahora era fácil y antes difícil eran las emociones, lo que el demostraba. De todas maneras, con todos esos pedazos de lo que antes formaba un niño, pudo armar un arma letal, un detonante.

-dos y dos, son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho, ocho y ocho dieciséis.. dieciséis y dieciséis son treinta y dos, más ocho es cuarenta. Cuarenta más cincuenta forma un noventa, y más diez eso nos dan un cien —cantó a la par que hacía las cuentas que había escrito solito en su cuaderno.

Suspiró, y frotó sus ojitos, para luego dejar eso de lado y tomarse una pequeña siesta. El sabía de las escuelas, pero no pediría para ir. Había escuchado, que muchos alumnos van muy emocionados, y vuelven con ganas de encerrarse todo el día. La escuela era como una cárcel, en la que los demás prisioneros te iban a juzgar, y te iban a golpear mientras que los guardias no dirían ni pio.

Luego de unos treinta minutos, escuchó el ruido de un vidrio roto en la cocina, y de mala gana se levantó a ver qué era. Caminó descalzo hasta el lugar del dónde provino el ruido, y abrió la puerta.

Algo fuera de lo usual estaba pasando, una botella que aparentemente aún tenía líquido, había sido arrojado desde el exterior de la casa. Se había roto la ventana anteriormente a eso, y fue por ahí que ingreso la botella que había sido lanzada.

Había vidrios y un líquido rojo oscuro esparcido en el suelo, y más vidrios que habían caído en la mesada. El pequeño niño fue a ponerse sus zapatillas, y a agarrar la escoba para barrer aquel desastre que, aún no sabía quién lo había causado. No iba a asomarse a la ventana a mirar, por qué podría salir lastimado si es que el emisor volvía a lanzar algo. No era estúpido, así que antes de volver a entrar a la cocina con la escoba, espero unos minutos para asegurarse que no tirarían nada más, y luego comenzó a barrer las áreas con vidrio en la mesada, y luego en el piso. Al terminar de juntar todo lo tiró al tacho de basura y fue a lavarse las manos, subiéndose a un banco para llegar a la canilla.