Capitulo 11

2 0 0
                                    

Oh, si no me ama, no dejaré que se hable del asunto, ni que pregunten a su padre... ¡no me casaría con él por nada del mundo!Y los ojos de la delicada joven se llenaron de lágrimas, y se arrojó a los brazos de Angeline.«Pobre Faustina –pensó su amiga–, ¿seré yo la causante de susufrimiento?»Y empezó a acariciarla y a besarla con palabras cariñosas y tranquilizadoras. Faustina prosiguió. Estaba convencida, dijo, de queIppolito la amaba.

 Angeline se sobresaltó al oír su nombre así pronunciado por otra mujer; y palideció y se estremeció mientras seesforzaba por no traicionarse a sí misma.

El joven no daba demasiadas muestras de amor, pero parecía tan feliz cuando ella entraba, e insistía tanto en que se quedara... y luego sus ojos... 

–¿En alguna ocasión te ha dicho algo de mí? –inquirióAngeline.

–No... ¿por qué iba a hacerlo? –replicó Faustina.–Me salvó la vida –contestó su amiga, ruborizándose.

 –¿De veras? ¿Cuándo? ¡Oh, sí, ahora lo recuerdo! Sólo pensabaen mí; pero lo cierto es que tu peligro fue tan grande... no, másgrande, pues me protegiste con tu cuerpo. Mi amiga del alma, nosoy una desagradecida, aunque Ippolito me vuelva tan olvidadiza...

 Todo esto sorprendió, mejor dicho, dejó estupefacta aAngeline. No dudó de la fidelidad de su amado, pero temió por lafelicidad de su amiga, y cualquier idea que se le ocurría daba pasoa ese sentimiento... Prometió visitar a Faustina aquella mismatarde.Y ahí está de nuevo, subiendo lentamente la colina, con el corazón encogido a causa de Faustina, confiando en que su amorrepentino y no correspondido no comprometa su felicidad futura.Al doblar una curva, cerca de la villa, oyó que la llamaban; y, cuando levantó los ojos, volvió a contemplar, asomado a la balaustrada,el rostro sonriente de su hermosa amiga; e Ippolito estaba junto aella.

 El joven se sobresaltó y dio un paso atrás cuando sus miradasse encontraron. Angeline había ido decidida a ponerle en guardia, y estaba ideando el mejor modo de explicarle las cosas sin comprometer a su amiga. Fue una labor inútil; cuando entró en elsalón, Ippolito se había marchado, y no volvió a aparecer.

La Prueba De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora