Capitulo 5

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Son ciertos, entonces, los rumores... ¡amas a otro! ¡Ah! Mi viaje no será en vano... descubriré quién es y me vengaré de tu falsedad.Angeline le lanzó una mirada de asombro y desaprobación; peroguardó silenció y prosiguió su camino. Tenía miedo de romper sujuramento, y que la maldición del cielo cayera sobre su unión.Decidió que nada le induciría a decir otra palabra; si seguía fiel a lapromesa, perdonarían a Ippolito por haberla incumplido. Caminómuy deprisa, sintiéndose alegre y desgraciada al mismo tiempo...aunque esto no es exacto... lo que le embargaba era una felicidadsincera, absorbente; pero temía en cierto modo la cólera de suamado, y sobre todo las terribles consecuencias que podría tener laruptura de su solemne voto. Sus ojos resplandecían de amor y dedicha, pero sus labios parecían sellados; y, resuelta a no decir nada,escondió el rostro bajo su faziola, para que él no pudiera verlo, y continuó andando con la vista clavada en el suelo.

Loco de ira, vertiendo torrentes de reproches, Ippolito se mantuvo a su lado, ora reprochándole su infidelidad, ora jurando venganza, o describiendo yelogiando su propia constancia y su amor inalterable. Era un temamuy grato, aunque peligroso. Angeline tuvo la tentación de decirlemás de mil veces que sus sentimientos no habían cambiado; perologró reprimir ese deseo y, cogiendo el rosario en sus manos, empezó a rezar. Se acercaban a la ciudad y, consciente de que no podríapersuadirla, Ippolito decidió finalmente alejarse de ella, afirmandoque descubriría a su rival, y se vengaría por su crueldad e indiferencia.

 Angeline entró en el convento, corrió a su celda y, poniéndosede rodillas, pidió a Dios que perdonara a su amado por romper lapromesa; luego, radiante de felicidad por la prueba que él le habíadado de su constancia, y recordando lo poco que faltaba para quesu dicha fuera perfecta, apoyó la cabeza en sus brazos y se sumió enuna especie de ensueño celestial. Había librado una amarga lucharesistiéndose a las súplicas del joven, pero sus dudas se habían disipado: él le había sido fiel y, en la fecha acordada, vendría a buscarla; y ella, que durante aquel largo año le había amado con ferviente, aunque callada, devoción, ¡se vería recompensada! Se sentíasegura... agradecida al cielo... feliz. ¡Pobre Angeline!

La Prueba De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora