Capitulo 2

10 1 0
                                    

Faustina era la criatura más adorable del mundo: a diferenciade los italianos, tenía los ojos azules y risueños, la tez luminosa ylos cabellos color caoba; su figura ágil, esbelta y nada angulosarecordaba a una sílfide; era muy bonita, vivaz y obstinada, y teníaun encanto irresistible que empujaba a todos a ceder alegremente ante ella. Angeline parecía su hermana mayor: se ocupaba deella y le consentía todos los caprichos; una palabra o una sonrisade Faustina lo podían todo. «La quiero demasiado –decía a veces–,pero soportaría cualquier cosa antes que ver una lágrima en susojos.» Era propio de Angeline no expresar sus sentimientos; losguardaba en su interior, donde crecían hasta convertirse en pasiones. Pero unos excelentes principios y la devoción más sinceraimpedían que la joven se viera dominada por ellas.Angeline se había quedado huérfana tres años antes, cuandohabía muerto su madre, y Faustina y ella se habían trasladado alconvento de Santa Anna, en la ciudad de Este; pero un año mástarde, Faustina, que entonces tenía quince años, había sido enviada a completar su educación a un famoso convento de Venecia,cuyas aristocráticas puertas estaban cerradas a su humilde compañera. 

Ahora, a los diecisiete años, después de finalizar sus estudios,había vuelto a casa; y se disponía a pasar los meses de septiembrey octubre en Villa Moncenigo con su padre. Los dos habían llegado aquella misma noche, y Angeline había salido del conventopara ver y abrazar a su amiga del alma.Había algo muy maternal en los sentimientos de Angeline;cinco años es una diferencia considerable entre los diez y los quince años, y muy grande entre los diecisiete y los veintidós.«Mi querida niña –pensaba Angeline, mientras iba andando–,debe de haber crecido mucho, e imagino que estará más hermosa que nunca. ¡Qué ganas tengo de verla, con su dulce y pícarasonrisa! Me gustaría saber si ha encontrado a alguien que la mimara tanto como yo en su convento veneciano... alguien que asumiera la responsabilidad de sus faltas y que le consintiera sus caprichos. ¡Ah, aquellos días no volverán! Ahora estará pensando en elmatrimonio... Me pregunto si habrá sentido algo parecido al amor–suspiró–.

La Prueba De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora