LUNA LLENA [Ereri]

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Un toque en la puerta de la casa nos alertó a ambos, pues el desayuno estaba termindado y ambos no hacíamos más que besarnos. Hasta que la puerta sonó, revelando así el angustiante pensamiento de que puede tratarse de esos hombres, buscando a eren.

Eren se levantó, con los ojos un poco perdidos, encaminandose a la puerta, corrí a él, sosteniendo sus manos para evitar que enfrentara solo su muerte. El voltea, sólo para dedicarme una sonrisa y una mirada tan profunda que no pude evitar sentir las lágrimas chorrea por mis mejillas, ambos sabemos que este es su fin pero me niego a dejarlo ir.

Eren me suelta las manos suavemente antes de abrir la puerta. El chillido de esta se me hizo eterno, pues el así la estaba abriendo, sin desespero, como si en verdad estuviera ganando tiempo y no querer irse. Lo volví a sujetar de nuevo, esta vez escondiendome detrás de él y preparándome para encontrarme cara a cara con los futuros asesinos de mi esposo. Así que en efecto, en cuanto el rostro de aquellos dos hombres se asomó a través de la puerta a medio abrir fue cuando me aferré a su torso, siendo impulsado de repente por aquel pensamiento de protegerlo.

Los hombres no dijeron nada, solo se sentaron en el portón, esperando a que sea eren quien salga. Eren voltea para safarse de mi cuerpo, pues al parecer estaba tan desesperado que sin darme cuenta lo estaba apretando de más.

El sube a la habitación para bajarme una pequeña caja, estaba pesada y al parecer eran monedas, aun más dinero y creo saber para que es. Supongo que para nuestro bebé, pero es demasiado.

- Eren, prometeme que volverás, no importa cómo.

No pude formular una palabra más, pues el nudo en mi garganta crece con voracidad solo al sentir que se acerca a mi justo antes de darme un beso suave en los labios y acariciar mi cabeza.

Con aquel beso pude sentir que realmente no era un adiós, sino un hasta luego. Apenas puso un pie afuera una increíble fuerza me pegó al suelo, no pude moverme de mi lugar, ni siquiera pude formular una palabra correcta, no cuando eran esos hombres los que se hacían detrás de el, cerciorandose de que no se fuese a escapar.

No supe más de el cuando desapareciste de mi vista. Pues anibis no fue detrás de eren y al parecer esa fuerza aun no me soltaba, busqué soluciones extremas, perseguirlos hasta matarlos fue la más lógica y por un segundo pensé, le iría peor si lo hago. Es mejor dejar todo como esta y que por lo menos tengas una muerte tranquila. Eso espero.

Pegué mi cuerpo al marco de la puerta, deslizandome hasta por fin dar con el suelo, no me consoló el sentimiento de estar sin el. Pues de cierto modo el y yo estábamos preparados para esto, las lágrimas cesaron y por fin me deje descansar mentalmente. Sé que debo cuidarme, pues no estoy al cien por ciento de mi embarazo pero es mejor prevenir. Pues esa es la única cosa que el me ha dejado. Algo que no se va a agotar. Su amor representado en nuestro hijo. No puedo dejarme llevar por la tristeza, ninguna lagrima salió a partir de ahí.

La noche cayó aún más fría que las demás, el invierno se ha desatado de nuevo, dejándome más que claro de que mi alfa ya había sido asesinado. Pues ahora mi corazón no es más que un simple compañero para mi vida, deje de sentir a partir del atardecer, cuando de repente pude sentir como algo se desconectó de mi cuerpo, algo invisible. Inexplicable. Dejándome un mal sabor de boca y una pesada sensación de melancolía.

No lloré su muerte, de hecho el me había estado preparando psicólogicamente para ello, hablábamos de eso en las noches justo antes de dormir. Compartíamos algunas risas antes de besarnos y al final caer dormidos. Es muy rápido aún pero ya comienzo a extrañar tus besos y abrazos en la noche. Más en esta, cuando se que no me acompañaras nunca más.

Es doloroso pero debo seguir, ahora por nuestro hijo, pasaré los días sin trabajar para poder dejarlo crecer, pues mi trabajo de pezcar y cazar es fuerte, no puedo permitirme perder el hijo, menos ahora que es lo único que dejó. Aparte de los maravillosos recuerdos y sentimientos que de seguro no podré olvidar nunca.