Parte 8 - El Nuevo Comienzo (Capítulos 20 y 21)

59 4 0
                                    

XX

Luego de descansar el día de su cumpleaños, Nick se levantó al día siguiente con renovadas fuerzas, tanto físicas como anímicas. Y eso se vio reflejado en el entrenamiento de ese día. 

Con Tommy, el entrenamiento físico se puso un poco más relajado, para no arriesgarse a recibir lesiones. 

-Si algo empieza a dolerte, detente de inmediato, ¿entendido?-indicó el hijo de Hermes-. La idea es reforzar tus músculos, no romperlos en el proceso.

Nick le hizo caso a su entrenador. De camino al arroyo, corrió a un paso más lento, pero constante. Podía sentir cómo sus pulmones se llenaban de aire, y cómo sus piernas se tensaban al correr. Los estiramientos también se los tomó con más calma, sin presionarse demasiado ni poner en riesgo sus rodillas. 

Cuando llegó la hora de las rocas, Tommy lo observó detenidamente para asegurarse de que no se lastimara.

-No gastes fuerza en los brazos. ¡El secreto está en las piernas! –le aconsejó Tommy, dándose un par de palmaditas en los muslos. 

Nick obedeció. Al hacer eso, se le hizo más cómodo cargar las rocas más pequeñas.  Las más grandes aún no se movían de su sitio, pero no le importaba. Sentía que su cuerpo le hablaba y le decía "vas bien, sigue así".

-¡Muy bien, grandulón! ¡Enséñale a esas rocas quién manda! 


En las clases de estrategia de Maya, las cosas también mejoraron un poco. 

Nick miraba atentamente el tablero antes de mover cada pieza. A medida que le iba jugando, iba aprendiendo poco a poco cómo pensaba Maya a la hora de mover el peón. Aún se demoraba mucho en pensar sus movimientos, pero poco a poco iba cogiendo ritmo. Incluso, una vez parecía que la había acorralado, pero el resultado fue el mismo: el "jaque mate". 

-M*erda... -murmuró Nick, en español-. ¿Por qué todavía no puedo...?

-Tranquilo, no pierdas la calma -lo cortó Maya, antes de que le diera un ataque de frustración-. Lo estás haciendo bien... cada vez me cuesta más ganarte.

Nick vio que Maya le dedicó una pequeña sonrisa al decirle eso. Eso debía significar que estaba siendo sincera y estaba yendo por buen camino. Pero apenas se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ella dejó de sonreír y lo miró con severidad.

-... Pero no creas que te lo pondré más fácil por eso. ¡Vamos otra vez!- decía ella, con determinación. La hija de Atenea no le iba a dejar ganar tan fácilmente. Y Nick tampoco dejaría de intentarlo.


Ya en la fragua, y por pura curiosidad, investigó en el manual si es que forjar una espada era especialmente difícil, y se llevó la sorpresa de que forjar una espada era casi tan difícil como hacer un hacha enorme de doble filo. 

Entonces, decidió que probaría con algo pequeño, para empezar. Usando poco metal, se demoraba menos en calentarse y era más fácil verterlo en el molde. Al cabo de unas horas y unos cuantos intentos, tenía en la mano una pequeña hoja de bronce, del tamaño de una navaja suiza. No era nada elegante; sólo un trozo de metal con un extremo afilado, pero le hacía ilusión haber forjado ese cuchillo por sí mismo. Envolvió el mango con unas tiras de cuero y quedó listo.

Se lo enseñó a Stefany, con una sonrisa, mientras ella le enseñaba las manos. Ahora la pequeña podía mantener un fuego en cada mano sin cansarse. Ambos estaban felices con sus pequeños logros. 


Finalmente, con Nico Di Angelo, los combates empezaron a ser más fluidos. El instructor no soltó ningún improperio (lo cual ya era bastante bueno), y Nick ya no se salía del círculo a la hora de escapar de su instructor. Aun así, seguía siendo derribado por el semidiós bastante seguido.

La Llama del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora