they gonna run back to me

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—¿Qué tiene el mecánico?—pregunté intentando disimular.
—Cuando Volkov me contó se le escuchaba preocupado. Dijo que fue grave.— dijo sin quitar la mirada hacia el frente.
—No sé a qué se refiere, no sé que le contó Volkov.—
—Si es algo así de grave, no se por qué disimulas. No entiendo por qué inventaría algo así.—
—Yo tampoco sé por qué lo haría, pero ya te digo yo que no ha ocurrido nada.—dije y miré hacia otro lado, no quería hablar más del tema.
—Escucha...—cuando dijo eso se estacionó en el parking de los departamentos y me volteó a ver.— Sé que casi no nos conocemos, y tal vez por eso no quieras contarme qué ocurre, pero quiero que sepas a ti, al igual que al resto de la malla, les tengo afecto. Tal vez no lo demuestro, pero desde el primer día que entran a trabajar al cuerpo ya forman parte de mí.—se le notaba triste, quizá aún por la muerte de Torrente.
—Sí que se nota, y creo que todos lo notamos al ver cómo sufría con la muerte de Torrente.— le dije.
—¿Sabes? Estoy tras sus asesinos. Sé que son los mismos que asesinaron a Ivanov y a Gonetti, y ya estoy tras ellos.—
—¿Tiene pistas?—le pregunté, en ese momento sólo pensé en qué estábamos jodidos.
—¡Ja! Claro que las tengo.—de puta madre.
—Yo...— no sabia qué decirle, en ese momento sólo quería llamar a Yun para contarle todo esto.—Aún siento mucho la pérdida de Torrente. Y lo que pasó hoy con Gustabo es... no lo sé...—
—Ya me lamentaré por eso luego, por ahora es ir a por ellos, y te juro que no descansaré hasta lograrlo.—
—¿Puedo preguntarte algo, Conway?—
—Dime.—
—¿Qué es lo que han hecho Gustabo y Horacio para terminar en la federal? Supongo que los sacarás del cuerpo después de lo que hicieron.-—le miré esperando una respuesta.
—Gustabo obligó a Horacio a quedar con Emilio Escobilla y golpearle.—dijo después de unos segundos.-Gustabo es un auténtico psicópata, y Horacio simplemente no se puede alejar de él, le tiene bastante apego.—se le escuchaba triste al decir eso.
—Ya veo... espero que después de esto Horacio al fin pueda darse cuenta.—
—Tendrá que darse cuenta, si no es por las buenas será por las malas, ya lo verás.—sus manos tomaron con fuerza el volante, se notaban sus nudillos resaltar.
—¿Y qué planeas hacer, Conway? ¿Darle porrazos a Horacio?—dije mirándole fijamente.—Tendrías que ponerte por unos momentos en su lugar para poder comprenderlo. Si lo que dicen es cierto, ambos han pasado toda su vida solos, solo se han tenido el uno para el otro. ¿Y me estás diciendo que planeas que de un día para otro se separen? De una vez te adelanto que eso será prácticamente imposible.—entendía a Horacio a la perfección, ya que yo cargo día a día con la misma mierda.
—Quizá tengas razón...—dijo Conway unos minutos después, yo le miré unos segundos y bajé del coche.

—Buenas noches.— le dije a Conway al salir del elevador para entrar a mi piso.
Al entrar llamé de inmediato a los chicos.
—¿Yun?—pregunté al escuchar que alguien contestó.
—No, Gringo. ¿Qué pasa?—a pesar de estar molesta con él, tenía que hablarles acerca de Conway.
—Vale, escúchame. Hoy he hablado con Conway y me ha dicho que tiene pistas sobre quiénes han asesinado a sus hombres.—
—Joder... ¿pero cómo puede tener pistas?—
—No lo sé, intentaré preguntarle mañana acerca de eso, tal vez consiga un poco más de información.—
—Vale, vale... le informaré a los demás.—
—Espera, una última cosa... ¿no crees que vendría bien sumarnos a alguien más...?—
—¿Sobre quién hablamos?—
—Emilio Escobilla.—
—¿Pero que no es amigo de Gustabo y el otro?—
—Hoy han tenido una discusión, Gustabo y Horacio le han golpeado por problemas del pasado, supongo que ahora mismo se encontrará bastante enojado... sin olvidar que Conway asesinó a su hermano, a él también le tendrá rabia.—
—También lo comentaré con los demás, tal vez podamos quedar con él, a mi tampoco me parece una mala idea.—
—Pues vale, hablamos luego.—
—¿No planeas volver con nosotros?— antes de que cortara la llamada escuché a Armando hablar.
—Lo iba a hacer hoy mismo, y lo sabes. Pero al parecer estabas muy ocupado y me has dejado plantada.—
Tío, ¿que hiciste qué?—se escuchó a Gringo de fondo.
—Ya hablaremos luego.—dijo Armando.
—Hasta ahora.—
Mientras hablaba por teléfono veía a través de los ventanales, miraba la ciudad y lo bien que se veían las luces de noche, cuando sin querer miré hacia arriba, casi por inercia, ya que sentía que alguien me estaba observando, y así era.
Por unos segundos mi mirada se cruzó con la de Conway, quien también miraba por los ventanales.

Me levanté para ir a trabajar, odiaba despertarme tan temprano. Tomé una ducha para espabilarme, bajé hacia la sala y me hice un café rápido, para salir rumbo a comisaría.
Al llegar pasé a los vestuarios como de costumbre, pero vi algo un tanto extraño.
Dos agentes nuevos dentro del vestidor de hombres, ambos con los rostros tapados, decían ser subinspectores.
¿De dónde coño salieron estos dos?
Terminé rápidamente de vestirme y salí a esperar alguna asignación, lo cual no tardó mucho.
—Clark, tú conmigo.—dijo Conway mientras organizaba a la malla.
Mientras esperaba que Conway terminara, miré a los dos agentes nuevos, se hacían llamar Fred y Dan, y a decir verdad, algo aquí se veía bastante mal.
—¿Quiénes son ellos, Conway?—le pregunté una vez nos subimos al coche patrulla.
—Conocidos, gente que sé que hará bien su trabajo.—dijo secamente.
El día después de eso pasó muy rápido, entre persecuciones, un par de atracos de principiantes, entre otras cosas sin importancia.
Hoy me tocaba salir temprano, así que decidí atender un poco de denuncias hasta que acabó mi turno.
—Aquí oficial Clark, procedo a hacer un 10-10.—dije por la radio.
—10-4.— respondieron varias personas.
Fui a los vestidores para cambiarme de ropa y me crucé a Volkov de camino.
—¡Ey! ¿Qué tal? No te vi en casi todo el dia.— dijo al verme.
—Día ocupado, ya sabes. —
—Antes de que te vayas... verás, el viernes iremos al casino, Greco y yo...—
—¿Y...?—
—¿Te gustaría acompañarnos? Puedes ir solo a divertirte al ver cómo perdemos dinero, o bien podemos ir a otro lado...—
—Claro! Cuenten conmigo.— le dediqué una pequeña sonrisa.—Bueno, me tengo que ir. Ten un buen servicio!— le dije y me despedí de él.
En camino al estacionamiento me llegó un mensaje y una ubicación.
"Estamos con Emilio, deberías venir."
Me subí al coche y me puse en marcha, era una ubicación en el norte, en paleto.

Al llegar, antes de acercarme al lugar tomé un pasamontañas y me lo puse, no quería que Emilio supiera mi identidad aún.
—¿Y bien?¿qué les pareció?—dije al llegar, todos estaban recargados en sus coches frente a Emilio.
—Nada mal, a decil velda' hiciste una buena elección.—me dijo Xiaomi.
—Emilio, ella es quien nos ha pedido que hablemos contigo.—le dijo Nadando.
—Ah, pues no sabia. Muchas gracias preciosa.— Emilio tomó mi mano y la besó.
—Eh, eh, ¿qué cojones estás haciendo?—le dijo Nadando.
—Yo es que así agradezco.— dijo Emilio con voz nerviosa.
—¿Qué, así son los mexicanos?—habló Gringo esta vez.
—Es que yo soy un Latin Lover.— Emilio me miró una vez más.— Gracias por esta oportunidad, guapa.—
—Vamos a ver...—Nadando me tomó de la cintura y me acercó a él.—Que a ella no le hables así, ¿entendido?—
—Vaaaaale, ya veo. Si me hubiera dicho desde un principio que ella es su novia yo no hubiera hecho nada eso, discúlpeme señorita.—
—No es nad...—iba a responderle pero Armando se adelantó.
—Disculpas aceptadas, pero que no se vuelva a repetir.—
—¿Qué pasa Nadando?¿tienes celos?— dijo Juanjo desde dentro de un coche.
¿Acasi será que de verdad siente celos?

Conway x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora