Basta Ya

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Adoraba caminar, miré al cielo y el sol estaba cubierto de nubes. El clima así era perfecto, no hacía tanto calor pero tampoco tanto frío.

Paré en una tienda de ropa, donde me vi en los espejos desde fuera. Mi cabello era un desastre, salí tan rápido de aquel lugar que ni siquiera lo cepillé. Era largo, me llegaba a la cintura y también era lacio, muy, muy lacio. Sobre mi cuerpo no había mucho que decir, no era la gran cosa. Intentaba mantenerme en forma. Aunque por genética siempre había sido muy delgada, antes odiaba mi cuerpo porque en el colegio me hacían bullying, diciéndome anorexica o bulímica, pero ahora lo adoraba.

Mientras seguía mirándome en el espejo, un Audi color amarillo con extrañas luces Neón debajo se estacionó violentamente fuera de la tienda

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Mientras seguía mirándome en el espejo, un Audi color amarillo con extrañas luces Neón debajo se estacionó violentamente fuera de la tienda. De él bajaron Gustabo, Horacio y Emilio. Ellos no me conocían pero yo a ellos sí. Eran del círculo social más cercano a Conway, teníamos fichados a todos y cada uno de ellos. Gustabo y Horacio bajaron del coche y tras ellos Emilio.

— Tienes que ponerte guapo, como nosotros Emilio.— Horacio hablaba con Emilio, supongo que hablaban de ir los tres vestidos de la misma manera.
No pasó mucho rato para ver como los tres salían del local con faldas en vez de pantalones.

— Ahora sí que sí, Emilio, venga. — dijo Gustabo mientras todos se montaban en el coche, al cual le faltaba una puerta.

— Pues sí wey, no mames. Yo siempre voy guapo. — dijo Emilio

Dejé de ponerles atención al escuchar mi celular sonar, era un mensaje de Nadando.

"Más te vale no hacerme esperar más tiempo, Hann."
Leí el mensaje y guardé el móvil nuevamente.

Seguí caminando hasta llegar a un restaurante. Me metí en aquel lugar y elegí una mesa que tuviera una buena vista, en el balcón.
Era un domingo, así que no había mucha gente por ningún lado.

Mientras esperaba mi comida me llegó otro mensaje de Nadando.
"Puedes evitar esto el tiempo que quieras. Pero sabes que en algún momento tendrás que regresar aquí. Es inevitable."
No decía nada más que la verdad.

Ignoré una vez más mi móvil y dirigí mi mirada hacia la gran vista que tenía frente a mí. En momentos así es cuando me ponía a pensar.
¿Qué coño nos pasó?

Cuando conocí a Nadando, o más bien, Armando, yo trabajaba en un bar, fue el único trabajo que pude encontrar. Lo recuerdo a él llegando junto con Ramen y Gringo a aquel lugar, se acercaron a la barra y pidieron sus bebidas, como cualquier persona normal, pero noté algo diferente en aquellos tres. Pasaron semanas y parecía que iban al bar casi a diario, fue ahí cuando entendí sus intenciones, estaban detrás del dueño del bar. Fue bastante fácil convencer a Armando de que yo podía ayudarles a acabar con él, y así fue, me dio una oportunidad.

Cada que los veía entrar les daba información sobre él, hasta que llegó el día de poner el plan en acción, ellos consiguieron su cometido. Armando logró ver que yo era una tía muy astuta, así que seguí ayudándoles pero no me metía de lleno en sus asuntos. Me gané la confianza de los tres y así fue como "sin querer" logré entrar al Sistema. Desde ese día estoy colada por él, y Armando lo sabe perfectamente. Mi error fue pensar que él también me quería, y no digo que no lo haga, solamente que lo hace por ratos. Sólo cuando le conviene hacerlo.

Desde ese día hasta ahora, yo controlo todos los asuntos que tengan que ver con dinero en el Taller de Mecánicos, mientras que ellos trabajan. Esa es nuestra tapadera, el taller.

Comencé a tener problemas con Armando cuando comenzó a tratarme como a él le daba la gana, me gritaba frente a todos, entre otras cosas. Pero todo se me olvidaba cuando en la noche él me pedía perdón justificando que "no había sido su intención", y vaya que le creía.

Lo peor es que cada que me pongo a pensarlo intento entrar en razón, pero simplemente no puedo. Es como si estuviera obsesionada con él. No puedo dejarle. No quiero dejarle.
El ruido de mi móvil sonando me sacó de mis pensamientos.

— Hannah, he mandado un coche fuera del restaurante dónde estás. Necesito que traigas tu culo aquí ahora mismo. — era Armando.

— ¿Pero qué coño? — miré hacia abajo desde el balcón y efectivamente, había un coche fuera. — ¿Cómo me has encontrado? — no recibí respuesta alguna.

— Te quiero aquí. Ya. — colgó el teléfono.
No tenía otra elección, pagué lo que había comido y bajé.

El camino no fue largo, ya que no me había alejado mucho de aquel lugar.
Al llegar, Armando me abrió la puerta del coche.
— Ahora sí, felicidades, Hannah. Lograste entrar an CNP. — dijo mientras le tendía la mano, yo la tomé inmediatamente. — ahora, a repasar el plan. — seguimos caminando, tal vez en unos momentos él me gritaría horriblemente por haber huido en la mañana, pero joder. Cuando estaba cerca de él, cuando tomaba su mano, sentía que no me podía pasar nada malo.

Conway x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora