Te dirigidas al despacho de tu jefe a causa de una llamada repentina.
-Con permiso- dijiste abriendo la puerta de la habitación.
-Oh, estás aquí (t/n)- suspiro- Necesito que me hagas un favor.
Tu te postraste ante él.
- Lo que sea mi señor- este sonrió.
- Estos últimos meses no ha habido más que problemas....necesito que vallas a ver lo que está sucediendo- lo miraste desconcertada.
-¿Quiere que baje?
-En efecto, es imposible que esto esté siendo obra de un humano- se tocó la barba.
- Se refiere a....- el hombre asintió- de acuerdo, daré mi mayor esfuerzo.
- Gracias, sabía que podía confiar en ti- se agachó y posó su mano en tu hombro- Mi más fiel ángel. . . .
Como tú jefe te ordenó bajaste al mundo humano para ver qué era lo que estaba ocurriendo.
Viste a todo el mundo con mascarilla cosa que no entendías muy bien, el aire era bastate fresco y no hacía frío, entonces ¿Cuál era la razón para llevarlas?
Caminaste entre la gente sintiendo la mirada de todos, odiabas bajar al mundo humano, pero no te quedaba de otra.
-Disculpa- llamaste la atención a una señora- ¿Podría decirme por qué todo el mundo lleva mascarilla?
-¿Que pregunta es esa?- respondió indignada- estamos en medio de una pandemia mundial, la pregunta es que haces tú sin una- se marchó dejándote con las palabras en la boca.
-¿Una pandemia mundial?....nosotros no hemos hecho esto- frunciste el ceño todo lo que pudiste- No fastidies...
- Oh, así que por fin te mandan- oíste una de aquellas molestas voces.
Respiraste hondo y te giraste.
- Buenas tardes Kuroo-san- lo miraste de arriba abajo-¿Como está?
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- Bien ¿Que hay de ti preciosa?- se acercó un poco más y tu retrocediste.
- He estado mejor, la verdad acabo de enterarme de que hay una pandemia mundial en el mundo humano, me preguntaba si tal vez su jefe sabria algo al respecto- este embozo una tonta sonrisa y se cruzó de brazos.
- Puede que si, puede que no ¿Por qué no le preguntas tu misma?- te cedió una mano para llévarte a su reino.
La miraste por unos momentos dudosa, diste una largo suspiro y te esperaste lo peor.
Unas grandes llamas os rodearon y al esparcirse ya te encontrabas a aquel horroroso reino.
El mayor te llevo hasta una gran puerta, se paró a un lado de esta y te dio una última sonrisa.
