C a p í t u l o 28

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Cuzco, Perú

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Cuzco, Perú.

Tal cual y como Adeus Beaumont había dado la indicación, ésta se cumplió. Cuando menos se lo esperaban, unas muchas horas después ya estaban por aterrizar cerca de su lugar objetivo. No planeaban quedarse ahí, era un viaje de entrada por salida en lo que recuperaba el diario y después, volvían a montarse al avión para regresar a su lugar de origen en Las Vegas. Las montañas del sur de Latinoamérica eran el paisaje protagonista del momento. Nadie de los presentes en la cabina había tenido el placer de hacer un viaje hacia el sur del continente, pero ahora, podían tachar ese destino de la lista. El piloto aterrizó en el aeropuerto de Cuzco, de ahí, se transportarían en helicópteros que había traído el patrocinador , hacia la montaña de Machu Picchu.

—Muy bien. Escúchenme todos —habló Thomas —. El acertijo nos dirige a un lugar específico, pero su acceso es complicado, así que solo dos personas se adentrarán a la aventura bajo los túneles de la montaña. El resto, tiene que quedarse en puntos estratégicos para poder ayudar en caso de ser necesario, mantener una vigilancia fija en todos los turistas. Matthew Coleman y Noah Silver son quienes entrarán a los túneles. Obsérvenlos bien, y que no se les olvide sus rostros ¿De acuerdo? Estén atentos a sus acciones para ayudarlos en caso de que sea necesario. Eviten que los molesten, y cuídenlos de todo. No quiero que nada intervenga en esta misión.

—El doctor Hamlet y yo nos quedaremos cerca de nuestro punto de encuentro con los helicópteros listos para regresar aquí. ¡Andando! —ordenó el otro hombre.

La noche ya estaba cayendo. En cuanto se encendieron los motores, el rugido de las hélices comenzó a resonar en el aire, azotando con fuerza en el cabello de todos los presentes. Matthew y Noah se subieron a un helicóptero, junto con Caleb y Marcus, mientras que en el otro iba Adeus con Thomas y otros dos hombres de ambos equipos. Los dos se comenzaron a elevar en el aire, para en pocos minutos dejar la bulliciosa ciudad, para dirigirse hacia las majestuosas montañas de los Andes.

A medida que se iban acercando, las vistas se veían más impresionantes que cuando estaban en el avión, ya que apreciaban el panorama más de cerca, y con un toque especial de un rojizo anochecer. Un rato después, descendieron sobre un espacio amplio entre las montañas, de ahí, partirían a pie hacia la entrada principal del lugar sagrado. Bajaron de la aeronave, y dándoles un último vistazo a sus acompañantes, comenzaron a caminar por un sendero que los llevaría hacia su destino. Avanzaron unos cuantos metros, y después de verificar que tenían señal, Matthew apagó los micrófonos que les habían dado para poder hablar respecto al asunto que tenían más en paz. Tenían que aprovechar que después de tanto tiempo, finalmente estaban a solas, y ahora, sin que nadie los escuchara.

—Ya extrañaba tener este tipo de privacidad.

—Dímelo a mí —contestó la menor, para después de unos cuantos segundos de silencio, continuar —. Cuando salgamos de todo esto... ¿Regresarías a San Francisco? —preguntó, volteándolo a ver.

Proyecto Matthew (Parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora