POV Natalia
Hacía ya más de 6 horas que había enviado la foto a Continento, me preocupaba el visto monumental que me había dejado. Sobre todo porque era lo primero que veía de mi cuerpo. No tenía ni una sola foto de una falange o un poquito de pelo, sí que solíamos mandarnos fotos de lo que hacíamos, tipo... el libro que estábamos leyendo, las sábanas de la cama abultadas por nuestro cuerpo, el café de por la mañana... también presumíamos de platos de comida deliciosos. Su dieta saludable y vegetariana, la mía era algo menos healthy y un poco desequilibrada, quizá con exceso de hidratos de carbono, pero oye, vivir solica tiene sus cosas, entre ellas, la falta de tiempo y ganas para ponerte a elaborar un plato en condiciones.
El caso es que la foto era bien explícita, foto en el espejo, donde se veía absolutamente todo excepto mi cara, porque la verdad, me daba muchísimo canguelo que viese mi cara. Nunca me había considerado una chica fea, pero mientras más me gustaba ella, más insegura me sentía con respecto a mi físico.
Bien conocido es que las expectativas van subiendo conforme vas conociendo a una persona. Cada vez te atrae más, pero no conoces su físico, el problema es que empiezas a idealizar y a esperar cosas que luego pueden no ser así. Yo siempre había estado en contra de las expectativas y esta, no era una excepción. Me había propuesto no esperar absolutamente nada, no me importaba su estatura, o si estaba delgada o gorda, si era rubia, morena, pelirroja... Me tenía encandilada con la mente que había detrás, ese sentido del humor inteligente que casaba tanto con el mío.
La cosa era que, a pesar de que yo no esperaba nada, ella podría tener unas expectativas de la hostia que en mi cabeza, eran un 99.99% de posibilidades de no ser suficiente.
Me sacaba de quicio, frase que utilizaba muchísimo, cada vez que me tocaba la moral lo suficiente como para replantearme el mandarla a la mierda. Siempre me contestaba que lo que hacia en vez de sacarme de quicio era probar mis límites, no soportaba lo asquerosamente chula que era y lo que me provocaba que lo fuese.
Quedaban tres días para el concierto, me tocaba hacer el turno del martes a pesar de que oficialmente era mi día libre, porque el viernes tenía una cita con Alba Reche y su voz, además de que conocería a Continento, en el fondo, me preocupaba no ser consciente de que me hacía más ilusión, si conocerla a ella, o ver a mi cantante favorita del mundo mundial.
Decidí dejar el móvil en la taquilla para dejar de pensar un rato en si contestaría o en si se había asustado de mi fotografía. A lo mejor no le había gustado mi cuerpo, quizá, mis manos eran demasiado delgadas o... mi outfit un mojón y no sabía como decírmelo. Me tenía en ascuas y no soportaba darle tantas vueltas al tema. Crucé los dedos mientras me colocaba el mandil para que Juls no me diese mucho la tabarra, ojalá tuviese un buen día. La adoraba, de eso no cabía duda, pero sus días malos pa' mi se quedaban.
-Hombre si es mi canijaaaaaa -sonreí al escucharlo y la busqué con la vista, estaba subido a una escalerilla, quitando el polvo de las lámparas colgantes, ya casi era hora de abrir- Que de tiempo sin verte, joía.
-Ahhhhh si es mi chico favorita del mundo. -amplié la sonrisa al ver que bajaba a estrecharme entre sus brazos- Jo, llevo al menos semana y media sin cruzarme contigo.
-Es que Julia no nos quiere trabajando juntos, que lo sepas... -después del abrazo, se acercó a mi oido, poniendo su mejor cara de sospecha- creo que conspira para que no nos casemos.
-Serás idiota Pol. -solté una carcajada y revolví su pelo, Julia entró entonces por la puerta del almacén, dando palmas pero sonriente, bien, al menos parecía de buen humor- Hoooora de trabajar.
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Continento.
RomanceUna escritora anónima de wattpad descubre que uno de sus lectores, es mas importante para ella de lo que parece.