CAPÍTULO VII

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POV NATALIA

El concierto había sido maravilloso, Alba Reche y su voz me habían hecho reir, saltar, cantar a pleno pulmón, llorar y bailar hasta que me doliesen los pies. Las casi dos horas que se había pasado interactuando con sus fans habían sido un regalo. No recordaba haber oído o leído hablar de un concierto tan largo como aquel, y me hizo sentirme afortunada, unos minutos más con tu ídolo siempre son algo precioso.

Marta me tenía bien agarrada del brazo, me lo estrujaba como si fuese un trapo de cocina exprimido, no le gustaban mucho las multitudes y salir de allí se estaba complicando un poco, pues todo el mundo iba a trompicones con la idea de ver a Alba a la salida, quizá saliese a firmar, como parecía tener costumbre.

-¡Podemos esperar un poco tía, no hay prisa! -grité lo más cerca del oído de Marta que pude, la música que sonaba mientras la gente salía estaba muy alta y las voces me dificultaban bastante comunicarme con mi mejor amiga-.

-¡De eso nada, tienes que conocer a Continento, Continenta, como séa tia! -rodé los ojos, lo cierto es que me moría de ganas de saber quién se escondía detrás de la pantalla del móvil con quien había estado hablando estos meses atrás-.

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Hacía aproximádamente una hora que había acabado el concierto, unos 10 minutos que habíamos conseguido salir apenas. Al parecer, Alba no se había parado a saludar, había pedido disculpas por no poder hacerlo y se había marchado, dejando a varios grupos de personas con distintas opiniones, pero sobretodo, aunque había alguno que otro comprensivo/a, la mayoría se quejaba de su actitud.

Lo cierto es que si que era raro que no se parase ni 10 minutos, cuando no llegaban a la treintena los fans que se habían quedado a esperar, no le costaba nada hacerse algunas fotos y firmar un par o dos de discos, pero cada uno tiene sus prioridades y quién sabe que hay detrás de la vida de cada uno.

Miré mi móvil esperando encontrarme algún mensaje de mi chica favorita, pero entre todas las notificaciones que tenía, no había ni uno sólo de ella.

Me senté con Marta en el escalón de la sala de enfrente a liarme un cigarro, la noche había refrescado y la sudadera adidas negra que llevaba no me calentaba demasiado, así que me temblaban ligeramente las manos, sumado a los nervios y la incertidumbre que sentía.

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-Vámonos.

-Espera un poco más Natalia, verás como aparece. -me rogó Marta cuando me ponía en pié por cuarta vez-.

-No lo va a hacer, son las 3 y media de la madrugada. Llevamos aquí 3 horas, joder.-pateé el escalón con desgana, me sentía decepcionada, enfadada y con unas infinitas ganas de acostarme a llorar- ¡No va a venir!

-A lo mejor le ha pasado algo. -intentó tranquilizarme mientras por fin se ponía en pié y se enganchaba a mi brazo, tirando de mí para que comenzásemos a andar-. Un accidente, a lo mejor ni siquiera ha podido venir al concierto.

-¿Tu crees? -la miré con mi mejor cara de incredulidad- De verdad, espero de todo corazón que simplemente sea una capulla y no le haya pasado nada. -suspiré dándome por vencida, cogí mi móvil por octogésima vez y al ver que seguía sin dar señales de vida, decidí apagarlo, suficiente humillación por hoy-. No entiendo como no es capaz de... yo que sé, decirme que no va a aparecer. Le he enviado una treintena de mensajes y no ha leído ni contestado ni uno solo...

-Jo Nataaaaalia -ambas hicimos un pucherito y recibí un achuchón por su parte, sólo quería llegar a casa y dormir- Ya verás como tiene explicación.

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