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Octubre 2019

Estaba en casa sola porque Mateo estaba en Córdoba. Tenía una fecha allí y lo extrañaba demasiado, pero él estaba ocupado, así que no quería molestarlo.

—Ay —me quejé al sentir una punzada en la panza. Desde hacía un rato me pasaba eso, pero no quise decirle a Mateo por las dudas; él se preocupa demasiado y tiene que estar centrado allá.

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"Hola, Pedrito. Hace como una hora que estoy sintiendo punzadas en la panza, así que voy a ir al hospital. Te escribo para que sepas y no le digas nada a Mateo, que no lo quiero preocupar. Después de saber qué pasa, yo te escribo a vos y a él."

Pedro
"Hola, Simo. Bueno, cuídate, eh.
Y avísame cualquier cosa, que hago lo posible por mandártelo al Trueno con vos."

"Gracias, suegrito. Nos vemos, los quiero."

...

Salí cuando vi que el Uber venía a media cuadra. Estaba nerviosa; ojalá no sea nada malo porque me muero.

Ya estaba en el hospital, esperando que me llamaran. Me paré cuando escuché mi nombre.

Le conté a la doctora lo que pasaba y, al terminar de hablar, ella sonrió.

—¿Qué le pasa, señora?

Me hizo la ecografía y me miró sonriendo de nuevo.

—Bien, vas a tener que retomar el reposo —asentí—. Vamos a respetar las cuatro comidas y vas a tener que tomarte todas las vitaminas que te recete ahora. —Volví a asentir.

—Gracias por todo —agradecí y salí para volver a casa.

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"Amorcito, ¿podés hablar?"
"Te quiero contar algo que pasó."

Osito🐻
"Dale, gorda. No me asustes."

"Fui al hospital porque había sentido unas punzadas en la panza."

Osito🐻
"¿Y? ¿Están bien?!"

"Sí, amor, solo me dijo que vuelva al reposo 🫠"
"Y me mandó un montón de pastillas."

Osito🐻
"Bueno, amor, no hagas fuerza, por favor."
"Qué feo, todavía odias las pastillas, pero tomalas, ¿sabes?"
"Te amo. Mi amor, te tengo que dejar; más tarde te llamo."

"Chau, mi amor. Avísale a tu viejo que está todo bien, porfa."

...

Me acosté en la cama; iba a dormir un rato. Me sentía cansada y me dolía el cuerpo; seguro me iba a resfriar por el cambio de clima.

—¡Ya voy! —grité por tercera vez mientras bajaba las escaleras.

Me despertó el sonido del timbre y eso me puso de malhumor.

—Hola, ¿acá vive Mateo Palacios? —me quedé muda cuando abrí la puerta y me encontré a Nicki Nicole.

—Em, sí, él no está —asentí sonriendo.

—Sí, ya sé. Me pidió si le podía traer esto —señaló una campera que tenía en la mano—. Él me la prestó cuando fuimos a lo de Biza y nunca más se la devolví. —Asentí.

—Gracias, ¿necesitás algo? —pregunté porque es raro que venga hasta acá solo por la campera.

—No solo eso, toma y disculpa la molestia —negué.

—Chau —me despedí y cerré la puerta.

Olí la campera, como hago siempre con su ropa, y no tenía su olor, así que la llevé para lavar.

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Osito🐻
"Te extraño tanto, mi amor."

"Y yo a vos, no te hacés una idea de cuánto."

Osito🐻
"¿Qué estás haciendo, mi amor?"

"Nada, acá acostada, en tanga 😏😏."

Osito🐻
"¡Ay, por favor! No me digas eso que me voy caminando hasta allá."

"Hasta mañana, hermoso. Te amo 🫶🏻."

Osito🐻
"Te amo más. Nos vemos a la tarde 🫶🏻🫶🏻."

...

Me acomodé y cerré los ojos, sonriendo después de haber hablado con él.

Fruncí el ceño al sentir leves caricias en mi pelo y espalda, abrí los ojos lentamente y lo vi sonriendo.

—Buenos días —susurró. No hablé y me acerqué a él; lo abracé por la cintura y apoyé mi cabeza en sus piernas.

—Me mentiste —susurré y escuché su risa.

—Quería sorprenderte —sonreí y me corrí para que él pudiera acostarse a mi lado—. Cómo te extrañé, mami —susurró abrazado a mí, con sus manos en mi cintura.

—Y yo a vos —le di un pico—. ¿Dormimos un ratito hermoso? —se rió y asintió, me besó y dejó varios picos antes de acomodarse para dormir.

[...]

—¡Mi amor! —reí al verlo en cuero bailando en la cocina.

—Bebé —se acercó sonriendo—. Hijitos de papi, la tienen muy cansadita a mami —sonreí, mirando cómo le hablaba a mi panza.

—¿Cómo estás, amor? —me senté mientras él seguía cocinando.

—Bien, me hizo bien descansar un ratito contigo en nuestra cama —me mordí el labio; me mata de ternura.

—Te quemaste —me acerqué cuando escuché que se quejaba—. ¡Ay, amor! —dije al ver que se cortó.

—No es nada, gorda —asentí y me volví a sentar, esperando que él termine.

[...]

Gemí alto para que supiera que había llegado, jadeé cuando sentí su líquido en mi interior.

—Cuánto te extrañé, mi vida —susurró, acostado a mi lado.

—Me encanta cuando estás así —sonreí mirándolo.

—Vos me ponés así —me abrazó—. Los amo —me acomodé—. Ahora sí, buenas noches —lo miré.

—Buenas noches, mi vida —estaba a punto de dormirme cuando me senté de golpe en la cama, asustando a Mateo.

—Yo tenía que hacer algo hoy —me pasé las manos por la cara frustrada.

—¿No puede ser mañana? —se rió por mi reacción.

—¡Ay, no sé! No me acuerdo qué era —bufé. Él me agarró de los hombros, tirándome para atrás, me miró fijo y rió.

—Estás loca, gorda —fruncí el ceño y recordé que era; le compré ropa a los bebés, eran dos camisetas iguales con el logo de "Trueno".

—Ah, tenía que ir a buscar algo que compré. ¿Me llevas mañana temprano? —asintió riendo.

—Te llevo, si enana, ahora a dormir —me abrazó y ahora sí cerré los ojos, dispuesta a dormir.

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PAPÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora