Capítulo 8: Interrogatorios

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Miércoles, octubre 09, 1991.

Braxton Brooks:

Braxton se subió a uno de los autos de policía de la comisaría, era la primera vez en mucho tiempo que durante el día Sarah se quedaría sola, pero a él no le importaba. Tal vez le importaría si ella le brindara un poco de sexo, pero esa no era la situación.

Condujo casi hasta el fondo el acelerador. Rebasó el límite de velocidad del pueblo. A pesar de que Braxton es un empático escuchó la tristeza en la voz de Rupert, tristeza que desbalanceo sus pensamientos, pero él no lo quería ver así. Los cadáveres no dejaban de bombardear su mente. La razón más fuerte de su prisa es que ya quería salir de comisaría para disfrutar de alguna mujer destruida de conciencia.

Aparcó frente a la casa de Rupert. Un pensamiento le azotaba la mente. La niña es una zorra que de seguro se fue a perder con algún chico para un polvo, ya lo hizo con el hijo de McAllen en la cabaña y puede que no quedara a gusto. Ese pensamiento le creo una sonrisa. En esta ocasión pensó de vuelta en los cadáveres y escudriñó en su mente alguna razón del por qué aparecieron en su pueblo.

Las drogas nunca han sido un problema. De hecho, Greenland es más perjudicada que Bringtown, pero si hablamos de Brownback, ese sí es un pueblo que se hunde en la droga. Aunque en su pueblo la droga no se veía mucho esa era la respuesta de Braxton, ¡la maldita droga!

Que alguien le quite el rostro a otra persona es demasiado y la única respuesta a eso es que debía de ser un ajuste de cuentas. O al menos así era en la mente de Braxton. Él no quería meterse en la investigación por esa razón, las personas que se meten en esos asuntos son conscientes y él no va a meter las manos al fuego por un imbécil de esos. Quería su vida y quería seguir gozando de los buenos burdeles. ¡En Bringtown nunca ha pasado nada y así seguirá para Braxton!

El jefe de policía bajó del coche. La casa era sencilla, a pesar de ser dueño de una constructora reconocida, Rupert no era un hombre que exhibía lujos. Cerca del garaje, teñido en un tono plomizo, había un jardín con calabazas, la enredadera de la hortaliza trepaba por la pared, daba un aspecto de descuido y Braxton pensó que ese concurso por la estúpida calabaza era cosa de niños.

Llamó a la puerta con cuatro golpes fuertes. Al abrirse esta dejó al descubierto los ojos bermejos de Rupert. Las lágrimas tropezaban con sus mejillas y sus pestañas estaban bañadas por el líquido cristalino. Sonó su nariz y con el dorso de su muñeca se restregó.

Levantó los brazos y le dio un abrazo a Braxton mientras repetía el nombre de su primo e hija. Braxton se mostró ajeno a la situación. Intuyó que Roger ya le había comunicado lo del hallazgo en la cabaña. Dejó que Rupert lo rodeara, pero él no le devolvió el abrazo. Al separarse tenía una sensación de disgusto e incomodidad en la boca y sin preocuparse de que pensará Rupert dijo:

El Hombre De Las MáscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora