Victimas sin la piel del rostro, engaños, secuestros... Todo eso pide su estadía en el pueblo. Terry y la comisaria del lugar se verán envueltos en un caso sin culpables. ¿Y tú quieres una estadía en Bringtown?
El castigo ha de ser mostrado y Terry...
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Domingo, octubre 13, 1991.
Terry McAllen:
El estallido del plomo provoca que algunos cuervos huyan graznando. Las personas gritan, elevando sus manos a la altura de su cabeza y arquean sus piernas. De pronto Terry nota un vacío en el estómago. Recuerda que no lleva el arma y se siente desprotegido. Las personas comienzan a alejarse y los hombres de Roger a moverse en dirección al sujeto, pero este vuelve a jalar del gatillo de la Magnum Smith and Wesson 357.
— ¡Alto! ¡No se muevan!
Terry cree que aquella voz es familiar. Advierte el cansancio y la dureza en sus palabras. Tiene una máscara con las facciones de Scott. ¡Ahora intuye porque Erik creyó ver a su padre en el río Rhinbell! Se acerca con cautela y la persona aún tiene el arma en alto.
Terry, con los brazos extendidos, observa a su hijo. Nunca había registrado aquella mirada en él. Tenía miedo, el pavor se adueñaba de sus facciones. Vio a Esther Torres abrazando a su hija. Volteó y Mike tenía en brazos a sus dos hijas y Sarah estaba junto a él.
— Terry deja de moverte...
El trasmisor acaba de emitir la voz de Roger. La persona baja el arma y la coloca en dirección a los estudiantes, en específico a Frederick.
— Apaga eso. ¡Ahora!
— Sí — Terry saca el walkie – talkie —. Mira...— levanta el trasmisor, lo apaga y lo lanza al pavimento —. ¡Listo! Por favor... deja de apuntarle a esos chicos.
Terry seguía escarbando en su mente, esa voz le seguía siendo familiar, pero no lograba identificarla. Conocía a su hijo y se dio cuenta que la persona no se andaría en bromas. Observó en dirección a los estudiantes, vio a Erik Hamilton al lado de Amanda, un muchacho de la edad de Frederick estaba de pie junto a ella y tenía moretones en el rostro.
Las personas murmuran. El pueblo no había experimentado nada semejante. Los padres mantenían a sus hijos a espaldas de ellos. Pero el miedo lograba incrustarse en sus conciencias al igual que en la de Terry.
Vestía con la camisa anaranjada y pantalón corto. Estaba frente al sujeto que podía ser el asesino, pero cerca suyo no había nadie más, a excepción de una camioneta junto a aquella persona. Eso le daba cierta sensación de inseguridad. Además, no tenía su caparazón diario: su uniforme y cinturón. Eso ocasionó que un escalofrío le fastidiara la piel. La persona bajo el arma y dijo:
— ¡Bringtown! Donde todo lo bueno sucede — las palabras salieron despacio y la persona comenzó a reír —. ¡Mentira!
Terry recordó que esa frase está escrita en el letrero de bienvenida antes de entrar al pueblo. Examinó hacia los hombres de Roger y se percató de que Braxton no estaba junto a ellos. Ojeo a los reporteros e identificó un rostro conocido, pero las palabras de la persona frente a él le obligaron a mover su vista.