Capítulo 11: Elegimos nuestros pecados

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Miércoles, octubre 09, 1991.

Esther Torres:

Esther estaba en su escritorio. Una bombilla, en medio del lugar, le permitía trabajar. Se encontraba detallando una cotización, había un cliente y competía contra otras empresas. Desliza el lápiz por la hoja y de pronto la punta se rompe. Tensa la mandíbula y nota como el dolor de cabeza se intensifica. Toma un sorbo del café, arruga la cara al degustar de este, ya estaba frío. Así que bajó la taza y la dejó en una esquina del escritorio.

— ¿Acabaste?

Jennifer Torres acaba de entrar a la estancia. A pesar de estar en el trabajo siempre cuidaba su vestuario y postura. Ella es la encargada de supervisar a los empleados y en ocasiones hacer las planillas. Vestía con tacones altos, vestido rojo que estrechaba sus caderas y una chaqueta marrón que combinaba con sus pendientes.

— ¿Te teñiste el cabello, hija? — Esther la miró, su cabello rubio ahora era gris cenizo, ella no dijo nada hasta que Esther volvió a dirigir la palabra —. ¿Otra vez?

— Esa no fue mi pregunta.

Jennifer le molestaba que su madre se metiera en los asuntos de como ella gastaba su dinero. Colocó sus manos, protegidas por guantes, en la mesa para ver mejor los papeles en los que trabajaba su madre.

— Ya estoy acabando, si quieres ve a esperar al coche.

— No hay problema, yo te acompaño.

Esther abrió una gaveta y sacó un lápiz nuevo, no estaba de humor para buscar el sacapuntas. Jennifer arrastro una silla. Se sentó junto a su madre y vio la tele apagada.

— ¿Sabes dónde está el control remoto?

— Más importante que el control remoto ¿ya sabes donde buscar a la constructora de McAllen?

Jennifer ojeo el lugar. Sobre una mesa había un Coffe maker y gotas de la bebida alrededor. También azúcar espolvoreada sobre la mesa. El olor pronto conquistó su olfato. Había estantes de metro y medio con gavetas donde la constructora guardaba los documentos. Contiguo un sofá lleno de cascos y chalecos, artículos para la protección de los empleados, tirados de cualquier forma, sobre ellos estaba el control remoto. Ella se levantó y encendió la tele.

— ¿Qué decías? — inquirió la chica al sentarse al lado de su madre.

— ¿La constructora McAllen? — Jennifer la miró desentendida de la situación —. ¿Ya sabes donde localizarla?

— Creo que sí — Jennifer miraba la tele, estaba en volumen bajo, intentó subirlo, pero el control no respondía —. Hay un pueblo, Brownback, muchos de los hombres tenían residencia ahí, puede que encontremos algo, viajaré en unas semanas, ¿si te parece?

El Hombre De Las MáscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora