capitulo 19

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Los dos están callados él sentado en su sillón de costumbre, repasando sus lecturas; ella sentada en el piso entretenida en una lectura recién descubierta, por la tarde al ver que Ben enfocaba su atención en su libro, ella tomo otro uno al azar, de esos que tenía cerca, el silencio impera en la cabaña, el ruido de los insectos que abundan en el exterior no perturba en interior; es entrada la noche en el pacifico planeta, de pronto ella bosteza y deja el libro cerca de ella, lo sucedido al medio día a la orilla del rio, es un recuerdo demasiado fresco, que le arranca todavía suspiros y sonrisas.

"Ben ¿Por qué no quieres enseñarme la doctrina de los Jedis? De verdad quiero aprender a entender mis poderes" él se mueve incomodo sin despegar la vista de su lectura; su postura le recuerda a Rey, la misma actitud de sus primeros enlaces después de que descubrió que estaba vivo.

"no necesitas aprender ninguna doctrina, ni Jedi ni sith... tu usas la fuerza por instinto, cuando lo necesitas lo haces... es lo mejor que continúes así"

"de verdad Ben... me gustaría ser un Jedi" él ríe con descaro a su afirmación

"no cariño... tu nunca serias capaz de ser uno... sientes demasiado, tus emociones te guían... eso fue prohibido por la doctrina Jedi... no apegos, no pertenencias, no posesiones... entre ellos existió mucha hipocresía, Jedis que tuvieron descendencia, entre ellos mi abuelo el más claro ejemplo, él siempre se apegó a las personas... así como tú que te apegas de inmediato; otros rompieron sus votos de celibato con amantes anónimos, lo cual se me hace aún más hipócrita, porque en base a su orden escondían vilmente a sus parejas y sin pensarlo los abandonaban, otros dejaron hijos no reconocidos... mi abuelo tuvo el valor de tener una esposa, algunos más cayeron por tener posesiones... por amar a alguien... y otros por puro poder... ese fue el fracaso de la orden, no es posible para la mayoría vivir sin afectos, de un amigo, a tu familia, a un amante y son tan culpables de su extinción como lo fueron los sith, pecaron de arrogancia, durante las guerras clones, se comprometieron tanto en la guerra, que sin saberlo ellos mismo cayeron en la oscuridad, era emisarios de la paz y solo fueron un instrumento más de muerte... así como a ti, solo eres un instrumento para la guerra, que los rebeldes creen que ese es el objetivo de los usuarios de la fuerza sin respetar que solo debemos ser un participante más en mantener equilibrio, y no es necesariamente dentro de la guerra... así como yo, que todos solo vieron en mi un elemento más para la guerra, mis maestros, mi madre, mi tío que pretendía perpetuar la orden y empezó conmigo, llegando a cometer el mismo error que sus predecesores... no necesitas aprender eso... usa y siente la fuerza, tu instinto te dirá que hacer, así sea usar la luz o la oscuridad según sea como lo necesites"

"pero todo eso de entender la sabiduría ancestral de los Jedis... yo no usaría nunca la oscuridad" Ben la mira fijamente, con una expresión de incredulidad

"¿de verdad?... recuerdo cuando nos enfrentamos la primera vez, tu usaste la oscuridad para vencerme... además de que estaba muy débil para cuando casi terminas conmigo... tienes oscuridad Rey... como todos, puedes dar luz a muchos, pero también repartes oscuridad cuando no salen las cosas como quieres, tienes sentimientos de rencor y venganza... lo sabes, yo lo sé... todo lo que eres y sientes, es lo que yo siento y soy"

"Ben... entonces que hacer ahora, si tú y yo somos los únicos usuarios hasta donde sabemos y tú eres uno oscuro y yo de luz... quiero entender eso, de cómo usar la oscuridad y como usar la luz" ella comenta frustrada

"la sabiduría de los dos dogmas es buena, pero no llevarla en su comprensión absoluta; no son las únicas doctrinas, pero si fueron las más políticas y de mayor influencia; no es solo para nosotros... ahora corren otros tiempos y se necesita ampliar esas visiones, tal vez una fusión de las dos... un punto medio... es lo que estoy estudiando, puedes ser luz y sentir amor y pasión por alguien o por algo si caer en el lado oscuro; o puedes sentir furia por tu situación de vida y usar la luz... tal como ya lo haces, eres puro instinto Rey... además también tengo una teoría, nuestro vinculo es una rareza y creo que mucho de lo que yo aprendí, se transfiere a ti... nunca usaste un sable de luz sin embargo lo usas como si tuvieras años de entrenamiento, con algunas fallas, pero impresionante para alguien que nunca usó uno... ¿quieres que te demuestre como eres una mala Jedi?" él se sienta sobre el piso, para derribarla y quedar sobre ella, con arrebato toma a besos su cuello, la desviste tan rápido como las reacciones de ella, que se encuentra respirando con agitación, sus manos ya conocen los puntos que arrancan sus desmayos "una buena Jedi, no complace su carne" susurra sobre sus senos que ahora llenan su boca "una buena Jedi no puede amar a nadie de esta forma" muerde sus pezones "una buena Jedi no gime de placer" al decir esto vuelve a entrar en ella "una buena Jedi no posee ni se deja poseer... y tú ya eres mía y yo tuyo" los embistes son fuertes, intensos que hacen contraer su vientre, sus palabras son sofocadas y entrecortadas "si quieres ser un Jedi no estaríamos aqui" él calla de repente, ya no es posible articular palabra alguna, ella se aferra con las uñas sobre su espalda, no tiene como refutar sus afirmaciones, es verdad ella busco estar cerca de él, no podría vivir sin sentir como su piel reclama alivio, sin sentir lo que sus sentimientos demandan; ahí en el suelo dos cuerpos fusionados se encuentran nuevamente en una caliente y húmeda complicidad; ella grita al fin que nadie escucha, se desata en todo lo que es capaz de sentir cuando Ben entra una y otra vez en ella, cada vez más fuerte y más rápido; se ahoga por la falta de aire, él gruñe como una bestia que la devora, ella se entrega como gacela en celo; todo converge para sentir al mismo tiempo esa muerte mística y la renovación de vida al recuperar el aliento. La calma llega con la media noche que los invita a dormir por fin arropados en la cama con sus piernas entrelazadas, hundidos en las mullidas sabanas hasta el amanecer.

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