No sé si estoy viviendo despierta o si estoy soñando.
¿Porqué todo parece que está en mi cabeza?
¿Estoy enloqueciendo?
Lo esté o no... Solo necesito estar a tu lado para sentirme bien.
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Por fin. Ya había terminado de vestirme, parecía que no iba a acabar jamás.
Menos mal que solo me puse unos shorts vaqueros, una camisa rosa claro y unos zapatos con un poco de tacón.
¿Eso estaba bien no?
Espero que sí... Estoy algo nerviosa, a pesar de haber tenido ya 2 citas con él antes, sigo con los mismos nervios como si fuera la primera vez.
¿Enamorarme?
Sí, supongo que sí... Creo que me gusta Yeonjun... Bueno... Me gustan pollito y Yeonjun...
-Yo soy tu favorito, obviamente -Dijo aquel chico de pelo azul sentándose conmigo en el sofá.
-Si sois el mismo, no puede haber uno favorito -Dije con una sonrisa divertida.
-S-sí, eso quería decir -Dijo empezando a ponerse nervioso.
Lo miré extrañada e iba a formular una pregunta, pero el timbre me interrumpió haciendo que el chico de pelo azul desapareciera.
Me dirigí hacia la puerta de entrada y la abrí dejándome ver a un chico rubio con unos vaqueros negros rasgados, una camiseta básica y una chaqueta casual encima.
Sonreí y cogí mi bolso para seguido cerrar la puerta detrás de mí.
-Estás preciosa, Lisa -Dijo él dándome un beso en la frente.
-Tú también estás muy guapo -Le dije coqueta.
Se echó a reír.
-Cielo, aquí, no me seas tan coqueta, porque yo... Podría hacer una locura, y creo que no quieres eso, todavía -Dijo guiñandome un ojo.
En realidad sí quería ver de lo que era capaz, por eso lo traté así en ese momento.
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Estaba atardeciendo por lo que decidimos ir a la playa que se encontraba vacía.
Ambos queríamos ver el atardecer sentados en la arena con el ruido de las olas del mar de fondo.
Cursi y cliché, pero no queríamos ir ahí a hacer cosas románticas, al contrario, solo queríamos disfrutar las vistas.
Me dejé caer en la suave y caliente arena mientras él se sentaba al lado mío.
-El mar es increíble, ¿no crees? -Dijo él sin apartar la vista del cielo.
-Sí... Ya lo creo -Le dije mirando embobada como el sol se hundía en el mar.
-¿Sabes una cosa? -Dijo después de varios minutos de silencio.
Le negué con la cabeza, puesto que me estaba mirando.
-Me gustas -Dijo alto y claro.
Me atraganté con mi propia saliva, no me esperaba que fuera tan directo y me pilló de sorpresa.
