C2: «Bolsas de Plástico [1]»

1K 142 36
                                    

Regla número 1 Oficial de los Cazadores de Demonios: Nunca dejes que alguien descubra tu identidad

Iguro Obanai ha tenido una vida miserable y decepcionante, pero no es como si fuera una novedad o que necesitara un recordatorio de un evento desafortunado como para recordarlo. Sinceramente Obanai se recuerda a sí mismo que es una mierda de persona y que morirá solo y triste con su serpiente mascota porque no es más que una maldita mierda y nadie lo quiere.

Así que, si, Iguro Obanai realmente no necesitaba un recordatorio de que su vida apestaba.

Obanai tenía la mente en blanco cuando salió a las doce de la noche de su apartamento a comprar algunas cosas que le faltaban en la despensa. Obanai realmente no tenía sueño ni mucho menos cuando se colocó un cubrebocas negro y sus sandalias rosadas y salió a la calle, justo al supermercado que estaba a solo tres calles de distancia del edificio de departamentos donde vivía.

Sentir el aire frío le estaba dando escalofrío a Iguro, y pensó distraídamente que hubiera sido genial tomar tomar algo con lo que cubrirse del frío aparte de una camiseta blanca delgada que usaba en las clases de gimnasia de la preparatoria. Pero no había nada que hacer al respecto, después de todo ya solo faltaba una calle para llegar al supermercado.

El viaje al supermercado podría catalogarse como tranquilizador. Cuando llegó al lugar fue recibido por la música suave en las bocinas que le recordaba a la música de los elevadores, los pasillos que se extendían largos y anchos por toda la tienda que estaban completamente vacíos y por las luces fluorescentes que le estaban quemando la vista. Si, fue una experiencia reflejante en opinión de Iguro.

Metió las cosas que vino a comprar en el carrito de compras y algunas cosas que no estaban en la lista pero que le habían llamado la atención. Al final, terminó comprando más cosas de las que había planeado originalmente pero no le importó mucho. Cuando arrastró su lamentable ser a las cajas registradoras [bueno, a la única caja registradora abierta] y le informaron el costo total...

Iguro se despidió de la miserable paga de su trabajo de medio tiempo.

—¿Desea poner una recarga?— La voz monótona de la mujer preguntó. Iguro la miró durante dos largos segundos.

Obanai ni siquiera recordaba su número telefónico, era completamente incapaz, tanto monetaria como mentalmente, de poner una maldita recarga.

—No, no quiero— Negó con un profundo despecho, a la mujer ni siquiera le importó cuando procedió a meter de manera brusca y holgazán sus persianas compras en bolsas de plástico con el logo de la tienda impreso en ellas.

Cuando terminó. La mujer le miró con aburrimiento antes de entregarle su recibo y el dinero sobrante. Obanai tomó las tres bolsas y se dirigió fuera de la tienda, temblando ligeramente cuando el aire frío lo golpeó de nuevo. Sus naturales ojos heterocromaticos escanearon el área vacía y terrorífica antes de emprender su camino hacia su complejo de apartamentos.

Bien, ser atacado por un monstruo no estaba en sus planes. Al parecer alguien de verdad lo odiaba porque Obanai logró mirar como ese demonio con la parte inferior de serpiente estaba prácticamente devorando a un humano solo a una calle entre el supermercado y su apartamento.

—¿Mh?— El sonido gruptual del demonio cuando se giró a verlo fue suficiente para congelar a Obanai en su lugar —Al parecer a llegado mi postre— La voz del demonio o monstruo o lo que fuera atravesó burlonamente el área e hizo que Obanai temblara levemente en su lugar. La risa del demonio fue chirriante en los oídos de Iguro.

Si, alguien en el universo no solo quería recordarle que su vida era una mierda si no que también podía empeorar. Iguro Obanai, de 18 años, en su último año de preparatoria, el chico que tenía que entregar un proyecto el viernes y aún no había comenzado, estaba apunto de ser devorado por este demonio parecido a una serpiente.

Pilares ModernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora