Lights up » chuulip

T E N

La llovizna caía sobre el techo del café, acompasando al largo bostezo que la mayor soltó, recostada en su silla y con las manos sobre su regazo. Sus ojos dilucidaban las luces neones brillando entre las gotas y los ladrillos quebrajados, disfrutando del agua como un sediento de un oasis en pleno desierto. Algunas personas corrían con sus bolsos sobre sus cabezas, tratando de cubrirse de la lluvia que amenazaba a volverse peor en algunos instantes. Jiwoo pensó en el porqué detrás de que evitaran entrar al café, al menos para pedir un taxi y evitar empaparse, corriendo por las vacías calles de Seúl. Miró rápidamente a su izquierda, en dirección al recibidor, si bien los faroles de la estaban apagados, la luz caramelo que emanaba la cocina y los dos carteles neón con tazas blancas humeantes, era suficiente indicio para mostrar que estaban abiertos y que podía ser un refugio, pero los transeúntes continuaban con su paso rápido, mirando al cielo gris oscurecerse segundo a segundo.

La pelicaramelo tecleó en su teléfono, pidiéndole a Hyejoo que no saliera de su departamento por la tormenta que se vendría, que comería algo rápido junto con Wonpil y su novio, Jae, quien quedó atascado en el café al igual que ambos por la llovizna.

El móvil vibró un par de minutos después y sonrió cuando Hyejoo le dijo que no se preocupara, seguida de una selca de la menor con Rose en el fondo, muy concentrada en ver la televisión. Lo dejó a un lado luego de enviar un par de emoticones y se dedicó a contemplar la lluvia, moviendo la cabeza al ritmo de la música que sonaba en sus audífonos. El suave sonido la hizo cerrar los ojos, tomando entre manos la taza humeante de té verde que Wonpil le había hecho para que acompañara a su trabajo.

Abrió los ojos luego de unos minutos, mirando las hojas blancas garabateadas y repleta de cuentas que le hicieron soltar un suspiro. Tal vez si hubiera optado por Economía en la universidad, no estaría tan gastada con todas las cuentas que requería la gestión del café. Sopló al vapor que emanaba la taza y sorbió, sintiendo como el calor bajaba por su garganta hasta invadir su pecho.

El café se sentía notablemente vacío con la falta de presencia y las luces apagadas, pero para Jiwoo estaba bien. Tal vez por eso había rechazado la propuesta de Wonpil y su novio de jugar un par de partidas de UNO, bajo la excusa de rellenar las cuentas porque necesitaba hacer un informe para Jihyo y Haseul, quienes básicamente eran los hombros de Jiwoo y quienes llevaron a cargo el café durante las últimas semanas mientras la pelicaramelo se encargaba de cuidar a su corazón, tanto física como espiritualmente.

Estiró sus brazos, soltando otro bostezo. Si la situación continuaba así, acabaría dormida en la mesa sobre todas sus hojas y no sabía si era lo indicado, teniendo en cuenta de que era la única responsable del local en aquel momento. Sus ojos notaron como Wonpil salió de la cocina con una botella de agua y el puño cerrado, Jiwoo apretó los labios y cuando este llegó a su lado, atinó a reír, ladeando la cabeza levemente.

—¿Jaehyun? -Preguntó, el pelinegro asintió con una media sonrisa, dejando la píldora beige sobre la mesa, por encima de las hojas de papel.

—Me llamó y me dijo específicamente que le diera su medicina, señorita Kim. -Acotó apretando los labios en una sonrisa. La mayor negó con la cabeza y se llevó la píldora a la boca, aceptando la botella de agua del menor, tragando rápidamente, pues odiaba tener que tomar píldoras.

—Muchas gracias, Wonpil, si no fuera por ustedes, mi cerebro ya lo hubiera olvidado. -El menor hizo una corta reverancia.

—Oiga, señorita Kim. -Soltó luego de unos minutos de silencio, Jiwoo lo miró, dándole a entender que tenía toda su atención. —Sé que no es la gran cosa pero Jae y yo estamos en una partida cerrada y pensamos que le gustaría participar, solo si quiere. -Rascó su nuca, avergonzado mientras una sonrisa tierna se dibujó en el rostro de la mayor.