F O U R

348 45 18
                                    

—No, señor Kim, no se estrese, con la cuota de pan que nos envía a la semana basta. -La pelicaramelo se apoyó en el recibidor de la cafetería, con los sonidos típicos del lugar haciendo eco en su llamada. —Claro, entiendo. Solo quería saber si estaba bien porque como ayer ni vino me preocupé, ya sabe. -Oyó atentamente a la respuesta del hombre, viendo como Haechan dibujaba un pato en la pizarra de precios. —Si, si, entiendo, por supuesto. Espero que su hija se mejore, de nada, ¡Hasta luego señor Kim! -Colgó la llamada luego de la despedida y dejó el teléfono inalámbrico en su lugar. Suspiró apoyando sus brazos en el recibidor, con el ceñido delantal, rodeando su figura.

—¿Qué sucedió? -Preguntó Hyejoo, sentándose en el recibidor mientras apoyaba sus Converse sobre el banquillo. La pelicaramelo revolteó los ojos mientras revisaba un ticket de las cosas que debía comprar para abastecer la cafetería.

—La hija del señor Kim está con fiebre así que su panadería no está trajando al por mayor, por el momento. -Habló, suspirando al final en la búsqueda de una solución momentánea. —Debo hablar con alguna otra panadería para cubrir la cuota de esta semana, ya casi no tenemos nada.

Hyejoo suspiró, mascando su chicle. Jiwoo entendía en parte porque capturaba la mirada de todas las personas que entraba al café, con su ropa monocromática y su estilo rebelde, lucía terriblemente perfecta a los ojos de cualquiera.

—Bueno, mamá Rose puede cubrirte, si quieres. -Habló la pelinegra, la pelicaramelo lo meditó pero acabó desechando la idea. Rose, la abuela de Hyejoo, ya trabajaba en la cafetería por las noches, agregarle más trabajo a sus sesentaycuatro años, no estaba en los planes de Jiwoo.

—Te agradezco, Hye, pero es mejor que Rose solo trabaje por la noche, podría cansarse y no es mi intención. -Agradeció, la pelinegra asintió, bajándose del recibidor al ver como un par de clientes entraba por la puerta.

—Bueno, avísame si necesitas que mueva mis hilos. -Habló, guiñándole mientras iba a atender al grupo que esperaba pacientemente a que recibieran sus órdenes. Jiwoo suspiró profundo, mientras revisaba algunas cuentas y hacía cálculos, anotando en el borde de los tickets con un portaminas. No le prestó atención a la campanilla de la puerta cuando sonó, ya que seguramente sería el grupo de jóvenes que Hyejoo atendió. Siguió enfrascada en los cálculos, hasta que oyó un carraspeo que llamó su atención, su mirada cayó en la figura frente a ella. Una chica con rasgos finos pero maduros estaba frente a ella, vestía una camisa blanca con el botón del cuello desprendido mostrando parte de su piel, un abrigo chocolate, jeans y un beannie encima de su largo y brillante cabello caramelo.

Jiwoo oyó sus dientes crujir de tan fuerte que había cerrado la boca, cuando la chica le sonrió, confusa por su reacción. No es que Jiwoo no veía chicas bonitas, de hecho, lo hacía todo el tiempo entre la universidad, el café y su grupo de amigos y conocidos pero esa chica era diferente. Tal vez era su sonrisa particular, o su ropa de vestir, o la energía que destilaba o su presencia que ponía a temblar el cuerpo de la pelicaramelo, aún cuando no enntendía porque su cuerpo reaccionaba así frente a ella.

Se estiró, dejando caer el portaminas que quedó olvidado encima de los tickets y las cuentas carbónicas. Parpadeó reiteradas veces, mientras la desconocida acomodaba su cabello tras la oreja, dejando a la vista los múltiples pendientes brillantes por los focos colgando del techo de la cafetería, Jiwoo tuvo que pasar saliva, sintiendo su garganta arder en llamas.

—Hola, bienvenida, ¿Puedo ayudarte? -Su voz salió temblorosa y rota, Jiwoo tuvo que pensar, cuando se convirtió en una adolescente hormonal y enamoradiza nuevamente.

Lights up » chuulipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora