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El día siguiente llegó por fin. Gustabo se despertó lentamente bastante aturdido por lo del día anterior todavía. Apenas recordaba pequeños momentos muy diversos y confusos pero a pesar de ello, debía de comenzar su día.

Se levantó de la cama y fue a hacerse el desayuno como cada mañana. Eran las nueve de la mañana aproximadamente, no había dormido prácticamente nada pero no era algo que le urgiera mucho en ese momento. Recordó que Conway le había dicho que quería hablar con él, le dijo que vendría a su propia casa, que hoy le daba el permiso para hacerlo.

Tomó su teléfono y lo abrió por detrás para colocar mejor su tarjeta sim, ya que esta se había movido y no hacía contacto. Aquella había sido la causa de que el día anterior no hubiera podido pedir ayuda cuando iba por las afueras, además de que la cobertura no era muy buena que digamos.

Una vez que lo arregló, volvió a encender el móvil, esperando unos minutos a que se cargaran los contactos y tras eso llamó al super.

—¿Conway? –preguntó con algo de garraspera

El otro se sobresaltó de una forma que incluso se levantó de la silla de la sorpresa que llevó. No esperaba que se hubiera despertado tan pronto

—¿¡Gustabo qué cojones!? ¡Qué haces a estas horas ya despierto! Te dije que descansaras hasta tarde –frunció el ceño gritandole a través del teléfono

—Lo sé pero, no he podido dormir mas

—No me podrás decir que no tienes sueño. Has dormido menos de cuatro putas horas Gustabo.

—Ya, lo sé, pero no consigo volver a tener sueño de nuevo

Conway suspiró profundamente

—Voy para allá. –colgó

Tras eso simplemente se sentó en el sofá a la espera del otro. Aunque la cosa estaba realmente tranquila, no sabía si debía contarle aquello o no, quizás lo tomaría como un loco o algo parecido, aquello era lo que en verdad le preocupaba.

Después de un largo rato escuchó como tocaban a su puerta y no dudó en levantarse y abrirla. Conway entró sin darle ni siquiera una mirada. Entró sin más, ya está

—Ho... ¿Hola? –preguntó algo dudoso.

Gustabo fue con él hasta el salón. Ambos se sentaron en un lado. Conway en un sillón y Gustabo en el sofá, ambos podían compartir miradas rectas y firmes, ya que estaban frente a frente.

—¿Estás mejor? –preguntó el más mayor desviando ligeramente su cabeza hacia la ventana.

—Creo que sí. Estoy cansado pero, sí, estoy bien

—¿Estás seguro? –preguntó nuevamente ahora sí compartiendo miradas con el otro.

Gustabo se recostó en el sofá mientras rascaba su nuca. No sabía muy bien como iba a llegar a contarle aquello sin que las cosas se salieran de las manos.

—Si –respondió secamente

—Dime. Qué coño pasó ayer, Gustabo. –preguntó el otro de forma muy muy directa

—Ni yo lo sé, la verdad. –colocó sus manos entrelazadas en su frente

—Gustabo, sé sincero. Y dime la verdad. De dónde venias. Y por qué tenías esas pintas, parecías un puto payaso de circo.

Este suspiró. Estaba muy inquieto e incómodo a decir verdad. Por un par de segundos todo se sumió en un profundo silencio.

Conway se levantó y se sentó a su lado esta vez. Podía notar como el otro no quería hablar ni decir absolutamente nada. Pudo suponer que era algo serio lo que le pasaba, sobretodo sabiendo lo que él le había contado sobre su pasado, o al menos lo poco que le había explicado

Aprisionado. [GtavRolplay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora