Parte 4 ☕

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Mientras Jungkook prestaba atención a la carne que iba cociéndose frente a él, Taehyung no parecía encontrar nada mejor que ir bebiendo rápidamente. No se le venía a la cabeza ningún tipo de tema que pudiera sacar porque, después de todo, no lo conocía y estaba seguro que el pelirrojo pensaba igual. De todas formas no sé desánimo en ningún momento y continuó sirviéndole a Taehyung en su plato.

El pelirrojo sonrió.

-Deberías comer, Taehyung, con sólo beber te embriagaras antes.

-Deberías decirme hyung, es obvio que soy mayor que tú.

Jungkook asintió, guardando una pequeña gran emoción en su interior, como si le hubieran otorgado una especie de poder.

-Está bien, hyung.

El pelirrojo le sonrió y cargó un vaso más de alcohol, centrado en la cantidad que caía como cascada e instantáneamente sólo soltó una risa.

El menor se quedó estático ante sus carcajadas, como si le presionaran el pecho y frenaran su respiración, viendo, admirando, siendo testigo del derrumbe de su hyung.

-Jungkookie-ah, ¿alguna vez te enamoraste?

Se congeló de nuevo, repentinamente incómodo sin entender el porqué. Se lo pensó y negó con la cabeza. Era verdad, claro que tuvo gustos, quiso a muchos que lo rodeaban, y hasta se atrevió a tener un amor secreto, pero dudaba haberse enamorado alguna vez. Ciertamente, parecía que nada de los lujos de estar enamorado le habían tocado aún, así que podría imaginarse a sí mismo como un inexperto total en cuanto a temas del amor trataban.

¿Pero cuál era el interés de Taehyung?

-¿Te rompieron el corazón, hyung?

Él detuvo su risa entrecortada, fijando sólo una sonrisa diminuta, sus labios y mejillas rojizos, el líquido que los humedecia su boca y la fina línea que caía a su costado. Jungkook observó entonces que Taehyung era angelical incluso con un corazón roto, divino como el primer rayo de sol luego de una extensa lluvia que parecía apagarlo todo. O hasta incluso un arcoiris mismo. También entendió que él había sido moldeado de esa forma, como si hubieran estrujado su corazón repetidas veces, tocado su cuerpo y alma, hasta que sólo quedó el caparazón que fue en la fiesta. Sin embargo, estaba esa chica. Ella era como un martillo, destrozando la frágil caja de cristal en la que se ocultaba. Taehyung veía a esa chica como Jungkook lo miraba a él, o quizá más que eso.

La burbuja vuelve a romperse, porque al final nada puede volar tan alto sin que la gravedad te sujete las piernas o las ganas de seguir subiendo, y te destruye al caer al suelo. El celular de Taehyung suena, una canción de piano clásica, de Beethoven podría ser. Lo retira observando hacia la pantalla en silencio, como si no necesitará descolgar el número, algo en el nombre de contacto le grita y se pone de pie corriendo tan rápido como puede. Jungkook sabe que dejarlo ir solo en ese estado podría resultar mal, y lo último que quiere es ver el nombre de su hyung en las noticias a horas tempranas, así que lo persigue sin detenerse a pensar siquiera.

Mira hacia sus alrededores, aunque el único sonido que podría escuchar son los tenis de Taehyung rechinando y golpeando el suelo junto al de sus botas altas que van detrás de él. Pero entonces unos brazos salen de la nada, deteniendo a su pelirrojo frente a una puerta. Namjoon se atreve a esconder la cabeza de Taehyung contra su pecho, cerrando los ojos al oír su destrozado grito de dolor. Jungkook se mantiene quieto, viendo desde la distancia y en cómo luego una camilla pasa por ahí llevando algo, más bien a alguien que Namjoon trata de evitar que vea su amigo.

"Las rosas también mueren, Taehyung". Le había dicho alguna vez Haerin, y no le creyó, porque en su mundo todo era perfecto.

-Ya veo, así que esa chica fue su primer amor -murmuró Jungkook, aceptando el vaso de agua que le extendía Namjoon-. Debe de sentirse horrible.

Había sido tan fugaz como un sueño, porque su último deseo fue que nadie más continuara llorando, así que simplemente ordenó que cremaran su cuerpo y que su familia lanzara sus cenizas en secreto. No aceptó una última despedida de nadie porque para ella ya se había despido hace mucho tiempo. Y Taehyung, al saberlo, simplemente no tuvo emoción que pudiera describirse.

-También me duele, claro que sí, Haerin y yo éramos mejores amigos desde hace muchos años, mucho antes que conociéramos a Taehyung, pero supongo que lo acepté mejor que él. De todas formas, ver como alguien que quieres mucho se está desvaneciendo es mucho más doloroso que perderlo.

-Eres muy valiente, Namjoon hyung.

-No más que tú, ni más que Taehyung, sólo no siento deseos de llorar cuando, conociendo a Haerin, se que estará mejor ahora.

Para Jungkook era como si Namjoon fuera la personas más pacífica y comprensible del planeta. Sus palabras sonaban tan bien para otros cuando de hecho se consolaba a sí mismo.

-El padre de Taehyung murió hace un año, justo a tiempo para el diagnóstico de Hae, ¿sabes? El tipo nunca se hizo cargo de él, parecía que lo máximo que había hecho fue concederle un apellido, hasta luego de morir que le dejó una gran herencia como si con eso pudiera compensar veintiun años de ausencia. Por supuesto, el ego de Tae era muy grande, no quería absolutamente nada.

-¿Hyung?

-La familia de Hae, bueno, no estaban tan bien económicamente. Cuando Tae supo de una cirugía que podría ayudarla no lo pensó dos veces y tomó el dinero, dispuesto a todo lo que podría necesitar el hospital y gastos médicos. Pero ella no lo aceptó, como si se adelantara a muchas cosas que aún no habían sucedido. Sabía sobre los sentimientos de TaeTae así que le pidió que ya no fuera a verla. Desde entonces Taehyung gasta todo el dinero sin importarle en qué, no quiere tenerlo si no le va a servir de más. Dime, Jungkook, ¿qué debí hacer yo? ¿Tuve que hablar con ambos, no es así? Quizás con mi ayuda hubiéramos podido convencerla a tiempo.

-Namjoon hyung, las personas toman decisiones y las mayoría de las veces se apagan a ellas, nunca sabremos que habría sido en casos contrarios. Por eso la mayoría de las personas eligen creer en el destino.

-Quién lo diría. -Namjoon sonrió, mirando hacia el cielo estrellado de Seul-. Ahora sé porque Taehyung te tiene cerca.

-¡Oh, no! Te equivocas, él y yo...

-¿No? Vaya, lo siento. Parecían muy amigos.

De nuevo las cosas iban sucediendo sin que Jungkook fuera muy consciente, porque ahora estaba quedándose junto a Taehyung en la casa de Namjoon, quien apenas conocía. El moreno había salido, diciendo que tenía que ir por medicina para el dolor de cabeza que pronto tendría su amigo, dejándolo solo en la sala con Taehyung en la habitación. Golpeó sus dedos nerviosamente contra el sofá repetidas ocasiones, hasta que se armó de valor y se puso de pie para ir al cuarto donde se quedaba. La puerta estaba casin abierta, dándole unos instantes de valentía para pasar. Vio el cuerpo del pelirrojo tirado de espaldas en la cama con un brazo cubriendo su rostro, no se movía y ya no lloraba por lo que creyó que estaría dormido. Observó sus zapatos, dispuesto a quitarselos al acercarse, lo hizo lentamente y luego fue a la altura de su cabeza para tomar unas mantas para cubrirlo del frío cuando siente que le toman la mano y lo tumban en la cama.

Taehyung lo rodea con sus brazos, como si fuese una almohada o algo más esponjoso y lo abraza.

Jungkook lo tiene muy cerca de su rostro, tanto que su respiraciones chocan y se entrelazan, si pudiera moverse corregiria unos cabellos que cubren su tallado rostro y le daría un beso en la frente hasta dormirse a su lado. Pero aún era un poco cobarde y estaba inmóvil.

-Eh... Taehyung hyung -dice, indeciso entre despertarlo y pasar pena, o quedarse allí e irse tan pronto como lo suelte-. Hyung, por favor.

El pelirrojo sólo suelta murmuros y ronquidos.

-Tae, despierta.

Entonces lo hace, Taehyung abre los ojos repentinamente y, aprovechado la íntima cercanía, lo besa directamente en los labios, o bueno casi. Algo repentino, un pico en su labio superior, demaciado rápido pero de una forma dulce y vuelve a quedarse dormido antes de que Jungkook pudiera reaccionar.

-Hy-hyung.

Taehyung no volvió a reaccionar en toda la noche.

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