Parte 27 ☕

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De pequeño solía correr con una sonrisa inmensa por donde fuera, ya sea en los jardines o junto a sus amigos. Era un niño tan feliz que muchos elogiaban a su madre por motivos desinteresados. Hasta que inició la etapa más importante de su niñez. Desde los diez años recuerda que, mientras sus amigos jugaban, a él lo metían a clases particulares de cualquier tipo. A esa edad ya sabía tocar el piano, artes mixtas, danzas tradicionales, ballet y esgrima, junto a otros idiomas como el chino y el inglés. No tenía idea de para qué eran necesarias todas esas cosas pero le satisfacía ver las sonrisas orgullosas de su madre, por el contrario a su padre que nunca giró a verlo por más de tres segundos. Realizó la meta de ver a su padre orgulloso como propia y no se detenía aún si le sangraran los pies y tuviera los dedos lastimados.

Sin embargo, esa sonrisa jamás llegó. Había tanta seriedad en su semblante que para Yugyeom todo se volvió un motivo vacío.

¿Por qué jamas le ponía atención como a Jisoo?

Aunque estaba claro que ella era aún más genial e inteligente sin esforzarse pero ¿es qué acaso no contaba su esfuerzo? De todas maneras su hermana siempre lograba superarlo. Incluso Jennie parecía sobrellevarlo mejor, no se esforzaba más de lo necesario y sus notas eran lo suficientemente buenas. Pero todos sabían que en Jisoo había la grandeza de un líder.

Eso tampoco llegó a contar porque aún existía un eslabón olvidado en la familia Kim. El mellizo perdido: Taehyung. La idea de saber que aquel niño existía llenó la casa de disputas. Su padre parecía tenerlo entre ceja y ceja. Debía ser él, gritaba su expresión. Lo poco que no tenía lo había perdido todo, esta vez viendo desde una perspectiva diferente el sabor de la derrota. Dejó de esforzarse y cortó los lazos con él. Pero que le hiciera dudar de su propia sangre fue la última gota que tiró todo el vaso.

Si no era un Kim, no era nadie.

-Jungkook, ¿podrías dejarnos un momento?

El muchacho más joven continuó mirándolos en silencio hasta que sin más entro a la casa cerrando la puerta tras él. Segundos después escucharon de las cuerdas siendo afinadas por las manos de Jungkook y en cuanto Taehyung bajó la guardia recibió un puñetazo duro como una roca que lo lanzó al suelo.

Se limpió el hilo de sangre que descendía desde su nariz hacia sus labios y lo miró con una sonrisa tan suficiente como para que quisiera volver a golpearlo. Aún así, se relajó y le extendió un pañuelo que guardaba en el bolsillo derecho de su pantalón.

-Estoy enamorado de Jungkook -dijo Yugyeom, en cuanto Taehyung tomó el pañuelo-. Desearía que le dejaras.

Taehyung soltó una risa baja y se puso de pie limpiando el polvo en sus manos.

-¿Por qué crees que lo haré? ¿Por qué me dices que lo amas?

-Porque tengo derecho a hacerlo -contestó firmemente-. Lo conozco mucho más que tú y he estado a su lado todo este tiempo. Tú, sólo eres la basura que él ama.

-Si ya lo sabes, ¿por qué aún te haces ilusiones?

-¿Acaso no escuchas? Lo amo. Amo a Jungkook con todo mi corazón y sé que estos sentimientos son mejores que los tuyos.

-¿Ya se lo has dicho?

Yugyeom giró la cabeza.

-No puedo hacerlo si sólo piensa en lo preocupado que le tienes.

-Mala suerte para ti. Jungkook y yo estamos juntos, le hice una promesa.

Yugyeom apretó los puños y lo encaró, casi escupiendo sus palabras con ácido.

-¿Por qué eres tan malditamente egoísta, hijo de puta? ¿Qué no lo ves? Siempre crees que todo se trata de ti y tu propio dolor que no mides lo que pasa a tu alrededor.

Fotografías & Café | TaeKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora