Fotografías & Café | TaeKook

Parte 31 ☕

Namjoon tenía un defecto. Siempre dudaría en base a una sonrisa y no a los verdaderos sentimientos que se ocultaban tras los ojos de Seokjin. Era consciente de eso, sí. En cada ocasión que Seokjin sonriese una parte de él se estremecía pero a la vez una barrera invisible los separaba. Quería delinear cada parte del rostro de Jin con las yemas de sus dedos y que estos se detuvieran en las comisuras de sus labios para sentirse cerca de él. Algo quemaba en su pecho, la inmovilidad absoluta le impedía siquiera mover los dedos de los pies y las ultimas palabras de Seokjin se repetían en su cabeza.

¿En verdad era injusto? ¿Por qué? Seokjin había sido quien se marchó y... claro. Ahora lo entendía. Él remplazó primero sus sentimientos, escondiéndose bajo las alas de Jeongin porque no podría volar por su cuenta. Siempre fue tan cobarde, eso no había cambiado.

-No lo entiendo, Nam.

Todo muro se rompió entre ellos como pétalos de rosas volando a su alrededor, sólo entonces Namjoon se dio cuenta que era porque Seokjin lloraba.

-Seokjin...

-Me pediste que me mantuviera a tu lado, que seamos amigos.

-Lo somos, Jin. Yo sólo...

-Si estás haciéndome pagar mi karma, sólo termina conmigo de una vez.

Seokjin relajó completamente sus músculos, sus ojos aún con las últimas lágrimas en los bordes rogándole. Descendió la cabeza hasta sentir a sus labios rozando con los de Jin, éste entreabrio sus belfos rosas dejando escapar una suave respiración que se mezcló en la boca de Namjoon.

Se aferró a él, dejando que sus manos tocaran sus hombros para que las sensaciones que florecían como quedamaduras en la piel no desaparecieran y en todo caso que duraran lo necesario, hasta que su corazón se de por vencido y alguien le dijera que sólo fue un sueño. ¿Qué más resultaría de dos corazones a la mitad? Sin importar el resultado final, ellos se abrazarían esa noche reconstruyendo los hilos de cada sentimiento, hasta los más dolorosos.

La brisa del mar era fresca y el viento que lanzaba hacia ellos con gotas casi invisibles de agua formaban un aura perfecta para observar hacia las estrellas. La mano de Taehyung buscó la de Jungkook, arrastrándose por sobre la manta que los cubría de la arena hasta tenerlo. Sintió su mirada sobre él unos segundos y como volvía su vista al cielo nocturno iluminado por las estrellas brillantes.

-Jungkook.

-¿Sí?

Recostaron sus cabezas hacia los lados para mirarse con atención. A veces Jungkook deseaba poder leer su mente porque nunca estaba seguro de las cosas en las que pensaba o imaginaba Taehyung. Estaba casi cien por ciento seguro de siempre tenía las ideas más alocadas y precisas, pero poder saber el por qué era aún más difícil y curioso.

-Sin importar lo que pase en el futuro estaremos siempre juntos, ¿está bien?

Se recostó sobre el costado de su cuerpo sin despegar sus ojos de los de Taehyung, sintiendo más que nunca la necesitad de ver atraves de ellos donde, por suerte, el niño del cuarto oscuro ya no se encontraba. De seguro todo serían solamente colores y días soleados, con precipitaciones de lluvias tal vez, pero Taehyung le estaba prometiendo que esas cosas no importarían nuevamente. Realmente, él había cambiado.

-Esta bien -respondió al fin-. Tú debes prometerme que siempre serás sincero conmigo, ¿bien?

Taehyung hizo a un lado algunos mechones de su cabello que le cubrían la frente y atrajo con sus dedos el mentón de Jungkook para darle un largo beso.

-Prometido.

Al día siguiente se encontraron nuevamente atrapados en el tráfico de la ciudad hasta parar en Hope Coffee, donde para sorpresa de Jungkook se encontró a Yugyeom. Si bien las clases de guitarra aún eran su pasatiempo favorito y él un gran amigo también había notado sus intenciones de evitarlo de alguna forma. Aunque en ese día en especial parecía que las cosas iban a cambiar. Yugyeom estaba sentado en el mostrador principal charlando de forma entretenida con Hoseok, al acercarse lo hace de forma sorpresiva abrazándolo por los hombros.